El Rincón de Hernando Ibáñez en la Dos Hermanas Siglo XVI

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Rincón de Hernando Ibáñez

Durante mucho tiempo, en el término municipal de Dos-Hermanas se alzaron numerosas poblaciones, que por diversas vicisitudes terminaron desapareciendo. Una de ellas fue el Rincón de Hernando Ibáñez, también llamado el Rincón de Hernandiváñez o, simplemente, el Rincón.

Se levantó en el margen izquierdo del Guadalquivir, allí donde el río forma una esquina o rincón (de ahí parte del nombre de la población), y tuvo la categoría administrativa de ‘lugar’, la misma que poseyó Dos-Hermanas hasta principios de la década de 1570. El Rincón se encontraba, asimismo, muy cerca (casi al pie) del antiguo camino real de Sevilla a Coria del Río, y en sus alrededores predominaron las huertas. Huertas dedicadas, principalmente, al cultivo de granadas y membrillos, y que tuvieron una gran fama.

Se trataba de una humilde población, cuyas casas, techadas todas ellas de bayunco y ramajes, se alzaban en una única calle que recibía el nombre de Real. Poseía, además, un embarcadero, donde se exportaba la fruta que se recolectaba en las mencionadas huertas. Se tienen datos del embarcadero desde 1508, pero a mediados del siglo XVI perdió importancia, siendo sustituido por el del Copero.

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Primeras noticias

Las primeras noticias que se tienen del Rincón de Hernando Ibález no van más allá del último tercio del siglo XV. El primer documento que lo menciona es una escritura de obligación otorgada por Gonzalo de Sevilla Abendono en 1472 ante el escribano sevillano Francisco Sánchez. Dicho personaje, fiador de su criado Nicolás Cardona, se comprometió a pagar al mariscal Ferrán Arias de Saavedra, XXIV de Sevilla y alcaide del castillo de Utrera, 3.000 maravedíes que le debía “por el arrendamiento del cornado de la libra de la carne de los lugares del Rincón de Ferrand Ybáñez e Quartos e Quintos, Dos-hermanas y Serrezuela”.

Cuando a principios de la década de 1480, las terribles crecidas del río Guadalquivir dañaron gravemente la vecina aldea del Copero, los habitantes de esta última comenzaron a abandonarla y a asentarse en el Rincón, que no había sufrido daños destacados. La llegada de estos nuevos pobladores coincidió con el inicio de la etapa dorada del Rincón, que duraría hasta mediados del XVI. Esa etapa de cierto esplendor se debió, en buena medida, a la exportación de los productos de las huertas. Fueron muchos los vecinos de ese lugar que acumularon grandes riquezas gracias a ese negocio. Son los casos de Alonso Ruiz, Domingo Hernández, Diego Méndez y Diego de Espinosa. Pero quien más se benefició del negocio de la exportación de frutas fue, sin duda, Alonso Sánchez Prieto, dueño de una rica huerta de granados próxima a esta aldea.

Sin consejo ni curato propio

Y aunque era un lugar con iglesia propia, no poseía ni concejo ni curato propios, por lo que dependía en lo eclesiástico y secular del lugar de Dos-Hermanas. Ya que hemos mencionado a su iglesia, daremos, a continuación, algunos datos que hemos podido localizar de este histórico templo, ya desaparecido. Dedicada a San Sebastián Mártir, aparece mencionada en dos testamentos: el de Catalina Gómez (1546) y el de Isabel Sánchez (1553). Ambas, vecinas de este lugar del Rincón, mandaron ser enterradas en el interior de este templo, al tiempo que Isabel Sánchez ordenó dar medio real para las obras que se estaban haciendo en la iglesia. Al poco de fallecer Catalina Gómez, se hizo inventario de sus bienes, entre los que se encontraba “un arca vieja donde están los ornamentos de la iglesia del dicho lugar”.

Además de las huertas y las casas, existían en el Rincón de Hernando Ibáñez hornos de pan y algunos tejares, como el de Pedro Durán. Aprovechando el barro de las orillas del Guadalquivir, se elaboraban tejas que eran enviadas, principalmente, a Sevilla.

Para finalizar, la aldea del Rincón comenzó a decaer a partir de la década de 1580, debido, en buena parte, a las continuas crecidas del río y a la crisis del comercio de las frutas. Una decadencia que terminó con la desaparición de la aldea, que sería sustituida por una extensa huerta que aún hoy sigue existiendo y que mantiene, aunque acortado, el nombre del lugar: la huerta del Rincón.

SABÍAS QUE… ? No se sabe quién fue el Hernando Ibáñez que dio el sobrenombre al Rincón. Sin embargo, es más que probable que se trate del licenciado Hernando Ibáñez Lobón, que fue lugarteniente del Asistente de Sevilla en 1487. Quizá tuviera tierras en esta zona y terminó dándole nombre.

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