El Buen Dictador: un Dios cercano y con el que no parar de reír

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medalla de oro

Tenía muchas ganas de actuar en su casa y así dejó constancia de ello en sus redes sociales, horas antes de su actuación en el auditorio municipal. Manu Sánchez cerraba en Dos Hermanas la gira de El Buen Dictador y no podía poner mejor broche de oro, que un auditorio lleno y colaborando con la obra social de su hermandad, la de Oración en el Huerto.

Lo de Manu es como montar en bicicleta que, cuando ya le coges el truco, no paras de pedalear. Y eso es lo que hizo nada más aparecer en el escenario del auditorio: no parar de hablar y hacer reír al público presente durante más de dos horas de monólogo ininterrumpido. Tiene mérito la cosa.

2 horas y media duró el espectáculo de El buen dictador

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En el personaje de Yahvé, Manu se afanó en demostrar a las 4.000 mil personas que lo contemplaban que no todo es culpa de Dios, aunque siempre miremos al cielo cuando llueve y no queremos o no podemos quedarnos embarazadas.

Cierto es que Manu Sánchez suele recurrir a sus temas fetiches, como la independencia catalana, la defensa del pueblo andaluz o las idas y venidas del hombre con el sexo. Pero lo hace con tanta gracia y naturalidad, que no puedes parar de reír. Su humor es cercano, te identificas con él y eso gusta.

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