La danza de las brujas

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Suspiria

Fueron muchos los fans de Dario Argento que se echaron las manos a la cabeza cuando saltó la noticia de que se iba a hacer una nueva versión de su mayor clásico, una de las obras cumbre del giallo, Suspiria. El argumento (lógico) era que una obra de culto como la de Argento no necesitaba una revisión, una moderna recreación de la misma si esta no hacía cambios sustanciales de aquella. Y si esto ocurría, si las modificaciones eran sustanciales, ¿no sería esta una película distinta y no un remake?

Lo cierto es que lo que ha hecho el también italiano Luca Guadagnino (al que conocimos no hace demasiado por Call me by your name), si bien mantiene los cimientos de la cinta original (una base argumental, personajes con los mismos nombres…), presenta unas diferencias tan sustanciales que bien podría pasar por una película distinta.

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La historia se ubica en 1977 (año de estreno de la Suspiria original), en una Berlín en pleno conflicto entre las zonas oriental y occidental, en una prestigiosa academia de baile a la que llega una joven americana, Susie Bannion. Pronto demuestra unas aptitudes que hacen que se gane el afecto de una de las profesoras más importantes. La llegada de Susie coincide con la desaparición de Patricia, otra bailarina, hecho que investiga Sara, que entablará amistad con Susie. A medida que el vínculo entre esta y su profesora se va estrechando, se suceden desapariciones de otras bailarinas.

A diferencia de la cinta de Argento, lo que allí era la sorpresa final (que la escuela está regentada por un aquelarre de brujas que buscan un cuerpo que sirva de recipiente para la líder, un ser centenario llamado Helena Markos), aquí se desvela ya al principio. Ello hace que la atención y el interés se vaya a otros asuntos, dedicándose a indagar en las relaciones entre las brujas, a mostrar sus interacciones, el proceso en la toma de decisiones, los diferentes bandos entre ellas, y a desarrollar un argumento mucho más complejo que la original, dándole también mayor peso (visual y para la trama, con escenas significativas y muy poderosas) a las secuencias de baile, que casi estaban ausentes en la versión de Argento.

Italia-Estados Unidos, 2018 (152′)
Dirección: Luca Guadagnino.
Producción: Bradley J. Fischer, Luca Guadagnino, David Kajganich, Francesco Melzi d’Eril, Marco Morabito, Gabriele Moratti, William Sherak, Silvia Venturini Fendi.
Guión: David Kajganich, basado en la personajes creados por Dario Argento y Daria Nicolodi.
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom.
Música: Thom Yorke.
Montaje: Walter Fasano.
Intérpretes: Dakota Fanning (Susie Bannion), Tilda Swinron (Madame Blanc / Dr. Joseph Klemperer / Helena Markos), Mia Goth (Sara), Chloë Grace Moretz (Patricia), Angela Winkler (Miss Tanner), Malgosia Bela (Madre de Susie), Alek Wek (Miss Millius), Jessica Batut (Miss Mandel), Elena Fokina (Olga), Ingrid Caven (Miss Vendegast), Sylvie Testud (Miss Griffith), Olivia Ancona (Marketa), Majon van der Schot (Janine), Iaia Ferri (Judith).


El aspecto visual es, del mismo modo, radicalmente opuesto. Si bien Guadagnino ha decidido mantener algunos elementos estilísticos (los zooms a los rostros de las protagonistas, algunos movimientos de cámara), hay planos largos, diálogos trufados de largos silencios que hacen incluso más contundentes las escenas de violencia (la primera de ellas, ese montaje paralelo entre la poderosa danza de Susie y la destrucción de una de las bailarinas disconformes, es brutal), y las tonalidades son más suaves, más apagadas, muy grises, en consonancia con la época en la que se desarrolla la historia.

El concepto de remake queda pues muy desdibujado. Esta es la Suspiria de Guadagnino (¿debería, entonces, tener otro título? Puede ser). El director reinventa el título de culto de los setenta, dándole un nuevo punto de vista, un muy distinto estilo, modifica radicalmente algunos personajes (como el de Susie), dando pistas y dotando de significado la relevancia de su papel en la historia desde el principio (no es baladí que desde pequeña, aún viviendo en una comunidad amish de la América profunda, desee viajar a Berlín, a la famosa escuela de danza), y creando líneas argumentales que amplían el universo de la historia.

Suspiria, con sus defectos, resulta ser una muy buena película, una cinta que hipnotiza y perturba, que atrapa al espectador (siempre que no pretenda ver una versión actualizada del clásico), una obra que tiene vida propia, fascinante en su mayor parte, un puzle en el que todo encaja.

Entre las intérpretes, Dakota Fanning, sin elaborar una interpretación memorable, mejora sustancialmente su trabajo en la trilogía 50 sombras…Aunque son Tilda Swinton (en su triple papel) y Mia Goth, las que más destacan en un reparto casi completamente femenino. El ritmo irregular, alguna trama que no termina de encajar en el conjunto y que solo alarga la película demasiado, y un final que roza peligrosamente lo grotesco, hacen que el resultado global no sea aún mejor de lo que es.

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