1899. Una procesión sin banda

0

1899. Una procesión de Valme sin banda

Desde 1870 celebraba la hermandad de Nuestra Señora de Valme su fiesta principal el 24 de junio, festividad de San Juan Bautista, y, a su conclusión, una procesión con la imagen de la Protectora de la villa por las principales calles de la población.

Pues bien, en esta ocasión nos detendremos en la procesión de 1899, que resultó polémica y muy comentada en el pueblo, porque no hubo acompañamiento musical debido al “deshayre (sic) hecho por la Banda”. La banda en cuestión era la municipal (creada, dicho sea de paso, en 1878), que en años anteriores había participado tanto en la función como en la procesión, sin que se produjera ningún problema.

- Publicidad -

Aquel desaire pudo quedarse en una mera anécdota, pero no fue así. Un grupo de hermanos se reunió con el hermano mayor, Juan Sánchez Martín, para pedir que la imagen volviera a salir en procesión en la tarde del día 25, con el consabido acompañamiento musical. A toda prisa se celebró un cabildo extraordinario para tratar el tema, y todos los allí reunidos se mostraron a favor de esa propuesta, incluido el tesorero, que manifestó no haber fondos para esos gastos. Camilo Carlier propuso la formación de una comisión “que fuera a Sevilla por una banda de Música, trayéndose la que pudieran conseguir”.

En aquella reunión se preguntó la causa de la no asistencia de la banda municipal, respondiendo el hermano mayor que “si bien es cierto fue un olvido involuntario avisar con 15 ó 20 días de antisipación a la función (sin // que esto lo crea de tanta necesidad) pero que dos días anterior a ella mandó uno a la fábrica [se refiere a la de Alpériz] y que dijese al maestro contaba con ellos para la procesión puesto que así estaba acordado y que hiciera por verlo lo antes posible, que esto no lo hizo hasta el veinticuatro por la mañana, quejándose haberle avisado tarde porque se había solicitado la Banda de los Salicianos (sic) a cuyo efecto se le presentó el acuerdo tomado por la Hermandad respecto a ellos, haciéndole ver no era cierto lo que esponía; que después de varias explicaciones se retiró, pero sin decir no se contara con ellos, única palabra que debió manifestar para en aquel día haber hecho lo verificado al siguiente para evitar conflictos como el que tuvo lugar”.

Intervino Francisco Ávila Ramos para añadir más información sobre la polémica con la banda municipal de música, manifestando que “al llegar a la Yglesia la tarde anterior, o sea el 24, para asistir a la procesión, se le dijo no asistía la Banda; que enseguida salió a buscar a los músicos, enterándose había entre ellos cierta mala interpretación, al ser llamado el Maestro de la Banda para que asistiese a la procesión, que deseoso de dar una satisfación a los músicos con el fin de que terminase el disgusto caso de haberlo por parte de ellos, reuniendo a varios y suplicándoles estuviesen en la plaza y esperasen que iba a ver al maestro, como lo verificó; y que a pesar de haber ido a su casa y quedar éste conforme, salieron para el sitio donde suplicó a los músicos esperasen, biendo con disgusto se habían marchado; y aunque ya la procesión en la calle, buscó y encontró alguno de ellos, volviendo a suplicarles fuesen a buscar al maestro, a fin de que se incorporasen a la procesión. Que parecía demostrarse por los actos y la forma de proceder de dichos Señores era un desayre el que hacían sin tener interés en tocar y cuyos hechos fueron presenciados por los Señores Varela y Castro, que acompañaban y formaban como una comisión de la Hermandad con el que habla”.

La reunión concluyó con el acuerdo de celebrar ese mismo día 25 de junio una nueva procesión, la cual se desarrolló con total normalidad. Pero el asunto del desaire de la banda municipal no terminó aquí. En la siguiente sesión celebrada por la hermandad de Valme, que tuvo lugar el 24 de septiembre de ese 1899, se desató una breve discusión entre Grimarest y Lamarque precisamente por este asunto. Grimarest decía no estar conforme “con la acusación que se hace a la banda de música de esta villa para que tocase en la procesión”, mientras que Lamarque replicó que no era “necesario tal requisito cuando aunque horas hantes (sic) se le avisara para tal objeto”. El encontronazo terminó ahí porque rápidamente el hermano mayor recordó que el objeto de la reunión era tratar el asunto de la romería. A partir de ese instante, Lamarque comenzó a distanciarse de los asuntos de la hermandad.

Al año siguiente, concretamente el 20 de mayo de 1900, se acordó avisar a la orquesta de Manuel Pardo para la función y el triduo y para la procesión del día 24 de junio se convino avisar “a la banda de música del pueblo y caso de que ésta por cualquier concepto no pudiera asistir a la procesión se elija por la Junta la que tengan por conveniente elegir para que se le avise con tiempo”. Con esto se puso fin, al menos de manera aparente, al asunto de la banda de música.
Leontine D'Autez, viuda del médico militar británico John S. Langdon

Foto del mes
La fotografía que presentamos en esta ocasión procede de la colección del arquitecto madrileño Carlos Langdon Ruiz, y en ella aparece Leontine D’Autez, viuda del médico militar británico John S. Langdon, con su nieto Carlos Langdon Baca. La instantánea fue tomada, hacia 1914, en los bellos jardines de la casa que D’Autez tenía en Dos-Hermanas, concretamente en la calle Marcelo Spínola (actual Avenida de Sevilla). Leontine llegó a nuestra ciudad (no se sabe bien por qué razón) en 1906, acompañada por sus hijos Elizabeth y Charles (o Carlos) Langdon D’Autez y también por su hermana Noemí, instalándose en la mencionada vivienda. Aquí en Dos-Hermanas vivieron los Langdon hasta 1916, año en que marchan a la localidad gaditana de La Línea de la Concepción. La estancia en tierras nazarenas estuvo cargada de acontecimientos familiares, como fueron los nacimientos de Carlos y Natalio Langdon Baca (en 1911 y 1913 respectivamente), hijos del citado Charles Langdon D’Autez, y la muerte de este último, acaecida en 1913. Eran aquellos espaciosos jardines lo más destacado de la casa de la calle Marcelo Spínola, un verdadero «oasis» donde descansar. Por desgracia, hoy no queda ni rastro de ese verdadero vergel nazareno.

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!