Constructora ‘La Esperanza’

Mc 1, 1-8

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Isaías es el profeta de la esperanza, todos lo son, pero hay capítulos de este libro de la Biblia cuyas frases, con sólo leerlas animan la fe del creyente, reavivan nuestro compromiso, impulsan el afán por vivir más fielmente el evangelio.
«Preparad el camino al Señor» es la proclama del profeta, que Juan Bautista recoge, 500 años después, como un grito revolucionario contra una fe ritualista, aburguesada y adormecida. El Señor viene a nuestra vida por los caminos de la justicia y del perdón, de la solidaridad y del amor verdadero. Por esos caminos, y sin que estén acabados del todo, va llegando Dios a nuestra vida.

La conversión de la comunidad cristiana en este adviento ha de ser una conversión personal y comunitaria, que transforme nuestros comportamientos y que busque la transformación social. Un adviento que culmine con la confesión individual y con un mejor clima familiar es necesario, imprescindible, pero no es suficiente. Los problemas de inmigrantes y refugiados, la situación de los jóvenes sin trabajo, las familias con sueldos que no permiten unas condiciones dignas de vida, las carencias de nuestros sistemas educativos y de salud, la falta de sensatez en las políticas sobre la familia, y todos los problemas sociales que nos lastran han de provocar que este adviento sea también una llamada a preparar caminos en nuestra sociedad de mayor justicia social.

Con el consuelo que pone en tu corazón, Dios te llama a que consueles a su pueblo, a que allanes los senderos por los que llega, a que comprendas que tu vida puede ser material con el que construir la Esperanza.

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