La última película de la escocesa Lynne Ramsay llegó a la sección oficial del último Festival de Cannes a última hora, y fue la que cerró las proyecciones del concurso en el certamen. Acabaría llevándose dos premios, el de mejor guion (ex-aequo con el de la magnífica, soberbia, El sacrificio de un ciervo sagrado) y el de mejor actor para el casi siempre excelso Joaquin Phoenix. Por ello, el resultado es decepcionante. Ya que ni el guion es tan bueno (¿cómo pudieron equiparar esto con la maravilla creada por Lanthimos?), ni la interpretación de Phoenix es tan sorprendente.
Joe es un ex-marine solitario que se gana la vida arreglando cuentas ajenas fuera de la ley, y que mantiene el anonimato gracias a trabajar con múltiples intermediarios. Un día recibe el encargo de un senador para que rescate a su hija adolescente, secuestrada y obligada a prostituirse. Ello le meterá de lleno en una situación que resulta mucho más complicada y perturbadora de lo que esperaba.
Con una estructura fragmentada, repleta de flash-backs a modo de imágenes ráfaga que intentan explicar el pasado complicado del protagonista, el motivo de su melancolía, sus traumas y sus impulsos suicidas, lo que le ha llevado a ser la persona que es, la línea dramática principal es simple, excesivamente simple quizá. Y Ramsay cede a la forma la fuerza de la película, que permanece únicamente en su apartado visual. Por ejemplo, la violencia (que la hay, y mucha) en la cinta se muestra de forma elíptica, muy rara vez de modo explícito. Es a través de las cámaras de seguridad, o fuera de plano, donde los martillos parten las cabezas, donde las balas rasgan y agujerean la piel. Evita así caer en el exhibicionismo sanguinolento en el que caen muchas películas de la actualidad.
Reino Unido-Francia-Estados Unidos, 2017 (95′)
Título original: You were never really here.
Dirección: Lynne Ramsay.
Producción: Rosa Attab, Pascal Caucheteux, Lynne Ramsay, James Wilson.
Guión: Lynne Ramsay, de la novela de Jonathan Ames.
Fotografía: Thomas Townend.
Música: Jonny Greenwood.
Montaje: Joe Buni.
Intérpretes: Joaquin Phoenix (Joe), Ekaterina Samsonov (Nina), Alessandro Nivola (Senador Williams), Alex Manette (Senador Votto), John Doman (John McCleary), Judith Roberts (Madre de Joe).
Es cierto que visualmente, a pesar de su desnudez formal, es impactante, y en ocasiones se muestre poética (la escena del lago en el bosque, donde se deshace de ese cadáver con tanto amor es ciertamente bella), a pesar de que muchas veces resulte pomposa y pretenciosa; pero la historia de este hombre herido y solitario que intenta reparar sus hechos del pasado vengando a los necesitados de modo violento, se ha contado ya muchas veces.
Lo mejor quizás, su fantástica y disruptiva banda sonora (obra de Jonny Greenwood, miembro del grupo Radiohead, y que ya trabajó con Ramsay en su anterior Tenemos que hablar de Kevin), en consonancia con su fragmentada visualidad, que provocan un aspecto de irrealidad que impiden que uno entre en la trama en ningún momento.
