Y Dos-Hermanas tembló en 1755

Fue sin disputa este terremoto por lo universal, por lo violento, por lo durable y repetido, de los más señalados que se sepa haya padecido el Orbe.

0

Con una magnitud de ocho grados en la escala de Richter, el conocido terremoto de Lisboa fue la peor calamidad pública de cuantas azotaron al reino de Sevilla en el siglo XVIII. Llamado así por encontrarse su epicentro a pocos kilómetros de la capital lusa, sacudió a la región occidental de la península Ibérica en la mañana del primer día de noviembre de aquel año, festividad de Todos los Santos, y causó innumerables muertes y desperfectos en todas las poblaciones.

Aquí en Dos-Hermanas es difícil saber con precisión cuáles fueron los daños que ocasionó el terremoto, pues escasea la documentación al respecto. Ni se conservan las actas capitulares de 1755 (verdaderos testimonios de la vida cotidiana de la villa) ni las escrituras públicas de ese año hacen mención alguna al seísmo. No obstante, en el archivo parroquial existen algunas referencias al respecto, que nos pueden ofrecer cierta información sobre lo que pasó en esa trágica jornada.

Por ejemplo, hay dos anotaciones recogidas una en el libro-registro de matrimonios y la otra en el de bautismos, que fueron redactadas en los mismos términos (con leves variaciones), días después del seísmo. En ambas se apunta que comenzó el seísmo a las diez de la mañana y que duró un cuarto de hora (aunque las fuentes portuguesas y españolas coinciden al afirmar que se prolongó por espacio de unos diez u once minutos). Según el autor de las notas, no hubo que lamentar graves daños en Dos-Hermanas y sí en las poblaciones de alrededor.

- Publicidad -

José y Rosario Domínguez Haro y fue tomada hacia 1957 en el almacén de aceitunas de Hijos de Armando Soto

Foto del mes
En esta ocasión, traemos esta fotografía que muy amablemente nos remite Juan José Domínguez González. En ella aparecen los hermanos Encarnación, José y Rosario Domínguez Haro y fue tomada hacia 1957 en el almacén de aceitunas de Hijos de Armando Soto, S.L., al término de la misa de un domingo de la Pascua Florida que se celebraba en este almacén (y en otros destacados de Dos-Hermanas) a iniciativa del recordado párroco don José Ruiz Mantero, para que los trabajadores ejercieran el cumplimiento pascual derivado del mandamiento “confesar y comulgar, al menos, una vez al año”.

Es verdad que en Alcalá de Guadaíra y en Utrera, por citar algunas localidades cercanas, se produjeron importantes daños en iglesias y edificios, pero eso de que en nuestra ciudad no hubo ningún desperfecto no parece ser cierto. Un seísmo de tal magnitud tuvo forzosamente que provocar algún tipo de daño en las precarias viviendas que existían en la villa y en los edificios significativos como la iglesia de Santa María Magdalena.

Y es aquí donde entran en escena los datos recogidos en el libro de Visitas Pastorales del período 1756-1769. Esos datos no arrojan una situación tan idílica como la mostrada por las dos anotaciones anteriores. Según se cuenta en ese libro de Visitas, la torre campanario de la parroquia y la nave de la Epístola quedaron gravemente dañadas. De esta forma, el mayordomo de la fábrica pidió el 14 de noviembre de 1755 licencia al provisor y vicario general para poder reconocer el campanario y ver “si era preciso o no derribar dicho campanario y el costo que tendría el asegurarlo o su derribo”.

Poco después, los maestros alarifes de Sevilla Francisco Carrasco y Melchor José Rodríguez reconocieron la zona afectada de la torre, y declararon bajo juramento “aver reconocido esta Yglesia y que para reparar la torre que sirue de campanario y una nave que le corresponde se necesitaba hasta la cantidad de dos mill reales de vellón”.

Sin pérdida de tiempo, se acometieron las obras que consistieron en el “reparado [de] dicha torre, enlucido el testero de la Yglesia y enjalvego desta por de dentro”. Para evitar que crecieran las rajas que presentaba la torre se emplearon cadenas como elemento de refuerzo. Las obras de reparación tuvieron una duración de cuarenta y un días, y costaron 766 reales y medio. A pesar de esos reparos, continuaron los daños, siendo estos últimos una de las razones por las que se decidió derribar la antigua iglesia gótico-mudéjar y construir la actual neoclásica a finales del XVIII.

Por otra parte, días después del seísmo se celebró en la parroquia nazarena un novenario en honor de Santa Ana, Patrona de la villa, que concluyó el 24 de ese mismo mes, y se hizo “en hasinamiento de gracias de no haver habido en esta Yglesia ni en el pueblo rompimiento ni desgracia alguna con el temblor de tierra tan grande que duró un quarto de ora que empezó en punto de las diez de el día de el día (sic) primero de este dicho mes y año, día de Todos Santos”.
Los nazarenos tardarían mucho tiempo en olvidar tan terrible susto.

¿Hubo muertos?
De las anotaciones que se mencionan en el texto principal se desprende que ningún nazareno murió a causa del terremoto. Consultado el libro de enterramientos correspondiente a 1755, en el primer día del mes de noviembre tan sólo recibieron sepultura dos personas: el niño Francisco López Mérida y María de Alcoba, viuda de Agustín Ponce. Sin embargo, no se apunta en sus respectivas partidas el motivo del fallecimiento, por lo que desconocemos si murieron a consecuencia del seísmo.

 

Y Dos-Hermanas tembló en 1755

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!