DÉJAME SALIR
Es indudable que el cine de terror está viviendo una época dorada con cintas que están consiguiendo no solo un notorio éxito de público sino, lo que es aún más difícil, sobre todo teniendo en cuenta lo peleados que han estado siempre, un también alto reconocimiento crítico.
Títulos como las muy notables It follows, The witch o esta Déjame salir, que, siendo muy distintas entre sí, comparten su lejanía del terror exitoso al que estábamos acostumbrados, esas películas basadas en los sustos, en las estridencias sonoras acompañadas de apariciones súbitas e inesperadas.
Esta Déjame salir, debut en la dirección del comediante Jordan Peele, comienza con la misma premisa de la ya clásica Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967). Aunque después, Peele le da unas cuantas vueltas de tuerca a la situación. Chris, un joven negro visita junto a su novia Rose, más blanca que la leche, la casa de campo de la familia de esta, un matrimonio adinerado, para pasar el fin de semana.
Es el clásico momento delicado en el que un chico conoce a sus suegros, con el (digamos) agravante del tema racial. Aunque esta familia en concreto parece ser completamente liberal, complaciente, comprensivos y amorosos, además de declarados votantes de Obama… Chris empieza a realizar descubrimientos que le inquietan, como que todos los negros de la comunidad parecen actuar de modo extraño, y sospecha que hay algo oculto en aquel aparente mundo feliz.
Estados Unidos, 2017 (104′)
Título original: Get out.
Escrita y dirigida: Jordan Peele.
Producción: Jason Blum, Edward H. Hamm Jr., Sean McKittrick, Jordan Peele.
Fotografía: Toby Oliver.
Música: Michael Abels.
Montaje: Gregory Plotkin.
Intérpretes: Daniel Kaluuya (Chris Washington), Allison Williams (Rose Armitage), Catherine Keener (Missy Armitage), Bradley Whitford (Dean Armitage), Caleb landry Jones (Jeremy Armitage), Marcus Henderson (Walter), Betty Gabriel (Georgina), Lakeith Stanfield (Andrew Logan King), Stephen Root (Jim Hudson), LilRel Howery (Rod Williams).
La cinta tiene mucho de intriga, también bastantes toques de humor, pero a lo que Peele presta más atención es a ese racismo silencioso de parte de la sociedad norteamericana, a esos toquecitos, esas miraditas, ese racismo de las personas que se declaran no racistas porque votaron a Obama, pero que en el fondo no hicieron más que lavar sus conciencias, y que esconde detrás una gran envidia, un reconocimiento sordo de la superioridad de la raza negra.
Por otro lado, la cinta es ciertamente predecible. El giro que se da cuando Chris ya no soporta más y se quiere ir de la casa era obvio desde un principio. Y una vez planteado este nuevo escenario, también es evidente (no puede ser de otro modo) el modo de solucionarlo.
Muy buenas interpretaciones, una dirección más que notable de un realizador al que hay que seguir. Aunque sea por mostrar algo que se sabe aunque no se declare, que a pesar de todo el tiempo transcurrido desde aquella ‘primera vez’ con la película de Kramer, siga ocurriendo lo mismo, que los papeles sociales sigan siendo los mismos. Y eso sí es el terror.
