El paso en tren de Alfonso XIII por Dos-Hermanas
En la primavera de 1904, Dos-Hermanas se vistió de gala para ver pasar al joven monarca Alfonso XIII, cuando se cumplían dos años de su ascenso al trono como rey de pleno derecho. Aquella fugaz visita fue acogida con júbilo por los vecinos de la villa, que dieron grandes muestras de alegría, con el beneplácito del consistorio nazareno, controlado aún en esas fechas por los carlistas.
A mediados de abril de ese año llegó a Dos-Hermanas la noticia de que el rey Alfonso XIII permanecería en la ciudad de Sevilla desde el 5 al 7 de mayo, dedicando un día a visitar Jerez de la Frontera. A la localidad gaditana se trasladaría en tren, por lo que pasaría, inevitablemente, por Dos-Hermanas. Y así, en la sesión de 23 de abril de 1904, el concejal conservador José Gómez Martín (conocido en el pueblo como ‘Culebra’), vocal en la Comisión de Festejos, tras recordar que el rey pasaría en tren por la villa, sugirió que tal oportunidad “debía aprovechar el ayuntamiento para hacer demostración pública de los afectos y respetos que siente por el joven monarca don Alfonso XIII una gran parte de la población”.
De esta forma, proponía que cuando se supiera con certeza el día del viaje del rey a Jerez, el alcalde informase de ello a los vecinos de la población mediante edictos, para que asistiesen a la estación y pudiesen así saludar al monarca. Del mismo modo, propuso adornar con flores y arcos la estación de trenes, pidiendo autorización a la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, y adquirir nuevas banderas y gallardetes que serían colocados a ambos lados de la vía férrea desde el paso a nivel de La Lagunilla hasta la calle Alcalá (actual avenida 28 de febrero). También insistió en invitar a los dueños de las fincas de recreo que daban a la vía a que decorasen sus fachadas. Tal propuesta fue aprobada por los capitulares nazarenos, que no vieron inconveniente alguno, a pesar, como ya hemos dicho, de su pensamiento carlista o tradicionalista.
Puesta en marcha la propuesta de Gómez Martín, el 27 de abril de 1904 se envió una carta al director de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces en la que se solicitaba “la competente autorización para que dentro de la vía en la estación pueda adornarse con flores y banderas para dar este ayuntamiento una muestra de respeto y estimación a Su Majestad el Rey (que Dios guarde) el día que pase el tren real”. Autorización que fue concedida sin ningún tipo de problema. También se enviaron cartas a la familia Ybarra y a Lamarque de Novoa para que decorasen las fachadas de sus fincas (huertas de Ybarra y Alquería del Pilar, respectivamente) que daban a la vía del tren.
Y llegó el 6 de mayo, día en que pasaría el rey por nuestro pueblo. La estación amaneció engalanada con banderas, gallardetes y decoración floral. Lamarque de Novoa, ferviente monárquico alfonsino, había mandado levantar en la puerta de su finca un hermoso arco floral muy similar al que se realizó en marzo de 1877 con motivo de la visita de Alfonso XII. El arco contenía un gran cartel en el que se podía leer claramente: ‘VIVA ALFONSO XIII’. Y a la derecha de ese arco instaló Lamarque una especie de tribuna para que tanto él como su familia y amigos pudieran ver mejor el paso del tren real. También hubo fuegos artificiales y actuación de una banda de música, costando todo ello 989,43 pesetas.
Poco a poco iban llegando las autoridades de la villa: el ayuntamiento en pleno con el alcalde Muñoz García a la cabeza, el juez municipal, el párroco don Antonio Romero Montes y resto del clero, el jefe de la Línea de la Guardia Civil, e incluso un grupo de terciarios capuchinos de la Colonia de San Hermenegildo. También fueron muchos los vecinos que se congregaron en la estación, vestidos con sus mejores galas, para recibir al joven rey.
El tren real llegó a la estación nazarena a media mañana, pero a diferencia de lo que ocurrió en marzo de 1877, no hizo una breve parada para que las autoridades locales pudieran cumplimentar y mostrar sus respetos al monarca. El tren pasó lentamente y Alfonso XIII, asomado por una de las ventanillas, se limitó a saludar con la mano a los allí presentes. “Algo es algo”, debieron pensar los nazarenos, que, a pesar de todo, quedaron encantados con aquel saludo del rey.
Aquella no sería la última vez que el joven monarca pasó por Dos-Hermanas. También lo hizo en 1906 y 1908, pero, sin embargo, en ambas ocasiones no se engalanó la estación y sus alrededores como en esta ocasión.
{xtypo_rounded4}El rey-niño por Dos Hermanas
No era la primera vez que Alfonso XIII pasaba por Dos-Hermanas. Doce años antes, en octubre de 1892, con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América, se encontraban en la capital hispalense la entonces Reina Regente, María Cristina de Austria, y sus hijos el rey-niño Alfonso XIII, la princesa de Asturias María de las Mercedes y la infanta María Teresa de Borbón. Y el día 9 de ese mes tomaron el tren en la estación de San Bernardo rumbo a la ciudad de Cádiz. Al llegar a Dos-Hermanas, el tren real hizo una parada que apenas duró unos pocos minutos. Los suficientes para que los vecinos de la villa mostraran sus respetos a la Real Familia. La prensa de la época se hizo eco de aquella efímera visita de esta manera: “En Dos-Hermanas, también fue extraordinaria la ovación, arrojándose flores al paso del tren. La reina dio las gracias, saludando al entusiasta público” y “En Dos-Hermanas hallábase la estación ocupada por un gentío inmenso, que prorrumpió en vivas y aclamaciones entusiastas, arrojando ramilletes y flores sueltas al coche regio. Su Majestad la Reina agradeció mucho aquella expresiva muestra de cariño, saludando á la concurrencia, que no cesó de vitorearla mientras el tren se detuvo”. Como en otras anteriores ocasiones, en el andén de la estación esperaban a la comitiva real, el alcalde Antonio Valera Martín y el resto de capitulares, los curas de la parroquia, el juez municipal y demás autoridades locales. {/xtypo_rounded4}