Cristalino es el axioma,
y su acervo es asidero
de un lenguaje verdadero
en su veintiún cromosoma.
Síndrome de Down, -su idioma- el tomado por la ciencia
para nombrar la existencia
de una humana alteración,
de un embrionario corazón
apellidado inocencia.
Sus rasgos, de humanidad
reflejados en su cara,
igual que un milagro obrara
portando luz de verdad.
Poco ha de importar su edad,
ni sexualidad siquiera,
pues lleva en blanca bandera
noble blasón que da calma
que en su parvulez del alma
es naciente primavera.
Sus ojos, de pura llama,
la que irradia la ternura
de la más tierna criatura,
siendo de dos troncos -rama- Nunca llanto y nunca drama
sea al mundo su venida;
con fuero, sea acogida,
pues llevan sus genes lazos
que en maternales abrazos
os han de llenar de vida.
Su espíritu, es la pujanza
como el sol de un nuevo día,
donde colma de alegría
la duración de su crianza.
Larga vida, -es su esperanza- como largo es el temor
de aquel que es su velador,
y de aquella veladora
que cuidan hora tras hora
con el verbo del Amor.
A las personas con síndrome de Down, y a sus familiares, con todo afecto.
