A su manera, como cantaba Frank Sinatra, con cuyo My way cerró más de dos horas de concierto, Eduardo Ortega volvió a reencontrarse con su ciudad y con su gente en una cita musical en la discoteca B3 en la que presentó su tercer disco de estudio.
Una noche de hermanamiento España-México y no sólo porque este trabajo, Caricias Nuevas, se haya grabado íntegramente en este país latinoamericano, sino porque Armando Gómez Mera, uno de los compositores del disco, estuvo invitado en el concierto junto a su familia. Allí compartió palco VIP con el alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, que no quiso perderse esta cita.
Como siempre que se sube a un escenario, Eduardo tiene unas ganas inusitadas de cantar y no se queda con las mismas, ya que no paró de hacerlo y de interactuar con su público, bajando en más de una ocasión del escenario, durante todo el concierto.
Eduardo fue desgranando pieza a pieza un disco que, como él confesó, “podría considerarse un homenaje a la mujer y al amor”, de la mano de su mecenas en México y productor, Martín Urieta, uno de los grandes compositores de este país y del que interpretó varias canciones, incluidas en el disco, como su buque insignia, Urge. Un disco en el que realiza un completo recorrido por todos los géneros musicales latinoamericanos.
Pero el cantante nazareno también interpretó, a su manera, otras canciones muy conocidas y popularizadas por otros artistas, como el Así fue, de Isabel Pantoja, en homenaje a Juan Gabriel; Vibro, de Rocío Jurado; o Qué sabe nadie, de Raphael, entre otros.
Y como ya tiene acostumbrado a su público, no faltaron los invitados, en este caso, invitadas, que compartieron con él el escenario. Entre ellas, Carmen Barea, con la que cantó varios temas, cerrando ésta el concierto con una fiestecita flamenca por bulerías y tangos; Consuelo, con una personal interpretación de Tres palabras; y hasta la mujer de Armando Gómez, que rindió homenaje a Caetano Veloso y su Cucurrucucú Paloma.
Tras los nervios previos al concierto, Eduardo Ortega se fue relajando y todo fue fluyendo durante la noche, incluso los temas improvisados, arropado en todo momento por el buen hacer de una orquesta de músicos, capitaneada por Francisco Carmona, y que le siguieron a su son.
Fue una noche de doble gusto para Eduardo, “ya que canto en casa y, encima, vienen de México exclusivamente para verme”. Un país que le ha abierto sus puertas a este joven artista nazareno y le ha “arropado y dado el calor de hogar”. Ahora, tras la presentación de su nuevo disco en su ciudad, en su casa, volverá a cruzar el Atlántico.