Ovejas asesinas

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Juan Bautista era un consumado jugador profesional. En su pequeño pueblo del Valle de Los Pedroches el ajedrez prácticamente era desconocido, pero él, desde que en su décimo cumpleaños un tío suyo le regaló un tablero junto al manual de reglas de juego, se rebeló como un excepcional jugador; y ésta era sin duda la partida más importante de su vida, la que le daría el título de gran maestro.

Su rival, remata la partida con un jaque: Da2-a5. A Juan Bautista le queda menos de un minuto para realizar sus últimas jugadas y reverter su relativa situación de peligro. Si la manecilla grande de su reloj atraviesa las doce, señalando que ha sobrepasado el tiempo de dos horas y media de que dispone, habrá perdido la partida. Pero no reacciona, los espectadores presentes en la sala, la gran mayoría consumados jugadores, no dan crédito a su parálisis, mientras se agota su tiempo segundo a segundo hasta que el juez marca ¡Order Starting!

Nadie en la sala da crédito a su actitud; incluso su contrincante y vencedor no entiende lo sucedido. Tan solo él era conocedor de que en momentos puntuales de su vida, inexplicablemente, acudían a su mente unas ovejas asesinas que le bloqueaban de terror…

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La televisión es el espejo en donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema educativo. Federico Fellini.

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