El poder de contar historias

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Película Un mostruo viene a vermeUN MONSTRUO VIENE A VERME

Bayona cierra a lo grande su trilogía sobre la muerte y la maternidad, después de El orfanato y Lo imposible. Cierra también (al menos temporalmente) su trabajo en el cine español, antes de trasladarse definitivamente a Hollywood, donde ya tiene previsto rodar la secuela de Jurassic Park.

{xtypo_rounded3}España- Estados Unidos, 2016 (108′).
Título original: A monster calls.
Director: Juan Antonio Bayona.
Producción: Belén Atienza.
Música: Fernando Velázquez.
Fotografía: Óscar Faura.
Montaje: Jaume Marti, Bernat Vilaplana.
Intérpretes: Lewis MacDouwall (Conor), Sigourney Weaver (Abuela), Felicity Jones (Madre), Toby Kebell (Padre), Ben Moor (Sr. Clark), James Melville (Harry), Oliver Steer (Sully), Dominic Boyle (Anton), Geraldine Chaplin (Directora), Liam Neeson (El monstruo).{/xtypo_rounded3}

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En esta fantástica Un monstruo viene a verme, el director catalán, que (como siempre) cuenta con un guion ajeno, continúa puliendo su estilo. Si en su primera película aún se notaba algún trazo grueso en la narración, en la puesta en escena, a pesar de que la calidad que se advertía era más que evidente, en esta ocasión todo fluye con facilidad.

Conor es un niño de doce años que se ve obligado a hacerse cargo de su casa ante la grave enfermedad de su madre, a la que ve cómo se apaga lentamente, y se ve obligado a luchar contra la ausencia de su padre, contra el acoso de los compañeros del colegio, que le agreden día sí, día también, y contra su autoritaria abuela, que pretende que se vaya a vivir con ella. En esa situación, se le presenta un monstruo con forma de árbol, quien le ayudará a enfrentarse a sus fobias y miedos, a través de tres historias que le va contando cada noche.

Bayona bordea el peligro. Una historia con un personaje al que no le ocurren más que desgracias corre el riesgo de que no resulte creíble y de que provoque el efecto contrario. Pero no ocurre así. En parte a la magnífica banda sonora de Fernando Velázquez, en parte a las interpretaciones de Sigourney Weaver, Felicity Jones y el sorprendente Lewis MacDougal (otro actor infantil a sumar a la lista de niños descubiertos por Bayona), pero sobre todo al talento del director para contar historias como estas, en las que parece que va a haber una sobredosis de melodrama que quedan contrarrestadas con un soberbio trabajo visual. En este caso unas maravillosas historias dentro de la historia (las que cuenta el monstruo-árbol), con una fisicidad de acuarela, y que cuentan mucho más de lo que parece en un primer momento.

Y he aquí el asunto, la importancia de contar historias para curar el alma, la fuerza de la ficción para ayudar a evolucionar, a sanar la mente tras los golpes más dolorosos. Ahí, Bayona ha dado en el clavo.

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