Yo, creo que debemos sentirnos orgulloso de ser andaluces por muchas razones. Por nuestra cultura, nuestra historia, por nuestra forma de entender la vida, por nuestra manera de concebir el mundo, lo hacemos de forma internacionalista y no nacionalista, por la cariñosa y hospitalaria forma que tenemos en recibir a quien nos visita, sea turista o emigrante, legal o ilegal; además, creo que debemos sentirnos orgullosos por nuestros poetas.
Recuerdo que hace unos años, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en unas declaraciones que hizo al periódico ABC, por las que estuvieron a punto de lincharlo políticamente, cuando le preguntaron qué opinión le merecía la postura de los políticos del País Vasco, reivindicando continuamente la independencia por tener una cultura propia. Este hombre de forma muy andaluza comentó: ¿pero de qué hablan esta gente? Si cuando ellos aún vivían en las cavernas aquí en Andalucía ya cultivábamos la poesía.
Quizás, algunos de vosotros no lo sabéis, pero tres siglos antes que se conociera la poesía en lengua castellana como históricamente la conocemos hoy, con sus máximos exponentes como fueron: Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, Juan Ruiz (Arcipreste de Hita) o el propio San Juan de la Cruz, ya teníamos en nuestra tierra grandes poetas Árabe-Andalusí. Quizás el más famoso de todos ellos fue Al-Mutamid, el rey poeta de la Taifa de Sevilla, pero incluso mucho tiempo antes de él ya se cultivaba la poesía por el pueblo Andalusí.
Este legado arábigo-andalusí, fue recogido en el siglo XIV por Juan de Mena, un poeta cordobés, que supo aprovechar la esencia andaluza de sus predecesores adaptándola a la lengua castellana, la cual le debe a él, una profunda renovación y el que creara un lenguaje poéticamente elevado, distinto a la lengua vulgar. Posteriormente en el siglo XVI otro poeta cordobés Luis de Góngora, recogió el testigo de la poesía andaluza y la hizo brillar con luz propia entre una constelación de estrellas de la literatura que conformo el siglo de oro, como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Miguel de Cervantes y su particular enemigo en el verso como fue Francisco de Quevedo; todos sublimes escritores.
Ser hombre es crecer hacia dentro. Luís Rosales
