La visita del presidente del Gobierno Mariano Rajoy a Cataluña veinte días después del 9-N, ha venido a confirmar lo que la mayoría de la gente presumía: su inmovilista posición política respecto al llamado “problema catalán”. La puesta en escena con la plana mayor de su partido de palmeros, no va más allá, de una simple afirmación de su actitud nacional-españolista y espíritu intransigente. Algo por otra parte que ya conocíamos desde muchísimo tiempo antes de acceder a la presidencia del gobierno.
Es cierto, que él no ha creado el problema de Cataluña. Que han sido los partidos nacionalistas y fundamentalmente el presidente Mas. Es posible incluso, que lo haya hecho para tapar sus propios fallos de gestión política al frente del gobierno autonómico; pero también lo es, que uno de cada tres ciudadanos catalanes, tienen en su idea de futuro una Cataluña independiente. Y eso, ni Rajoy ni ningún otro Presidente del Reino de España, sin dialogo ni políticas de estado integradoras lo van a cambiar; si acaso, solo añade más leña al furor independentista. Caminantes somos y en las próximas elecciones lo veremos…
En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza. Confucio
