Cambiar el Evangelio

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(Mateo 20,1-16 ) NADIE HABÍA estado de acuerdo con aquellas palabras. Habían sido duras, innecesariamente crueles, poco prudentes.Es cierto que los fariseos nos desprecian por ser ignorantes y por vivir sin respetarla Ley; es cierto que los escribas se aprovechan hasta de las viejas que les piden oraciones por sus difuntos. Pero decir que los publicanos y las prostitutas están por delante de ellos en el Reino de los Cielos…, nadie lo vio bien.

Aquella mañana, todo empezó normal. Jesús comenzó a predicar como muchas veces con una parábola sencilla y bonita, fácil de comprender: dos hijos de un padre, uno obediente sólo de palabra, el otro respondón pero en el fondo bueno y leal… Pero cuando aplicó la parábola a nuestra realidad y dijo aquello de que los ladrones de los publicanos y las prostitutas están por delante de la gente bien vista en el Reino de los Cielos, muchos se fueron ofendidos, otros enfadados. A Jesús, algunas veces, le traiciona lo radical que es. Tendría que ser más prudente, menos incisivo.

Es verdad que hay gente devota de una imagen que parece que no cree en Dios, sino en la escultura a la que reza. Es verdad que algunos usan la devoción de la gente sencilla para enseñorearse y aparecer como gente principal. Es verdad que hay quien sustituye la religión del amor por leyes que condenan a los que más sufren, y por tradiciones que sin la fe verdadera están vacías y no dejan de ser mero folclore; y que hay quien pone una vela a la Virgen y mira sólo porque engorde su capital. Todo eso es verdad. ¿Pero había que decir así las cosas?

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“Los publicanos y las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos”… No puede ser. Tengo que hablar con él para que cambie algunas cosas del Evangelio que predicamos…

 

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