La conspiración de las cajas

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Han corrido ríos de tinta sobre el hundimiento de las cajas de ahorro. Incluso la justicia está actuando contra “algunos” de los responsables, presidentes, directivos, consejeros y asesores. Muchos de ellos, meros títeres del poder político; patronales y sindicatos. Si, aunque parezca mentira las grandes organizaciones sociales también formaban parte de sus consejos de administración y además con unas compensaciones económicas astronómicas por sus floreros servicios. Por lo tanto, fueron participes por acción u omisión de las desastrosas gestiones que han llevado a la ruina y en muchos casos a la desaparición de estas entidades bancarias en un principio de ámbito local.

Entidades de créditos plenas. Tenían una finalidad social de desarrollo económico territorial, actuando con criterios de mercado. Una filosofía loable como instrumento económico y financiero. En (2009), atendían al 93,3% de sus clientes con sucursales en la misma localidad y al 3,7% de manera itinerante. Agrupadas en una confederación nacional (CECA) conformaban una parte muy importante del sistema bancario español. Hasta ahí, todo perfecto. No había accionistas por lo que no tenían que repartir beneficios sino reinvertirlos a través de créditos y fundaciones de patrocinio y mecenazgo a la misma sociedad. Con tanta cuota de mercado nacional y una función social tan importante ¿Por qué acaban en quiebra y en su mayoría desaparecen? A esta pregunta de sentido común, las autoridades monetarias y políticas responde con el argumento más simple: “Una mala gestión empresarial, alta concentración de riesgo y la crisis del ladrillo produce el desmorona- miento”. Sencillo; tal vez demasiado. Sin embargo ningún presidente de gobierno nacional o autonómico y ningún ministro de economía ha dado explicaciones de por qué el órgano publico de control (Banco de España) no advirtió de esas practica bancarias suicidas ni tomo medidas para evitarlas. Ningún presidente de diputación o alcalde con su ejército de asesores muy bien pagados con fondos públicos, tenía información del camino a la quiebra que llevaban las cajas de ahorros; no parece creíble.

¿Pudieran haber sido tontos útiles? De una conspiración superior para que los grandes bancos nacionales y la famosa economía global impusieran su ley. Los unos, ocupando la cuota de mercado que dominaban las cajas y los otros destruyendo un sistema económico que estorbaba a su objetivo de controlar el mundo financiero. Como se ve, a los ciudadanos ¿solo nos queda rendir pleitesía? a esta chusma de mentecatos y trincones; pues no, no y no…
La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia. Sócrates.

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