Desde muy joven fui un admirador de la ciudad de Barcelona. Por su imagen europeísta, su modernismo, su actitud progresista y democrática; pero hasta ahora, no he tenido la oportunidad de visitarla. Por fin, en este frío mes de enero decidí junto a mi mujer marcharnos a la ciudad Condal para conocerla, vivirla, disfrutarla.
Nuestro programa tenía una finalidad preferencial, conocer la obra de Gaudí. La visita estaba precedida por la intoxicación informativa de una Cataluña independentista; esperábamos una sociedad anti-española dividida entre los nacionalistas y los partidarios de la madre patria. La realidad es muy distinta, Barcelona tiene un latido sereno, elegante y tolerante. La gente en la calle es amable, respetuosa y educada; algo común a cualquier gran ciudad abierta al mundo.
El balance de la visita ha sido 100% positivo. Encontramos todo lo que imaginamos y mucho más. Destacando especialmente una ciudad limpia y extraordinariamente legal, en todas partes te dan tickets con IVA. Tolerante y abierta, no resulta nada extraño que siempre haya sido una de las ciudades españolas más atractivas y de vanguardia.
Gracias a todos los barceloneses por el trato que nos han dispensado en nuestra visita. Espero poder volver para disfrutar de los rincones que nos han quedado por conocer.
Postdata: Es cierto que hay espíritu nacionalista, al igual que puede existir en cualquier zona de país; me parece muy bien. Pero todo el mundo nos trato lingüísticamente en castellano y con respeto.
Ante el mundo hay sólo dos actitudes: o miedo o amor.
Eduardo Punset