Milagros de la fe

0
- Publicidad -

(Mateo 1,18-24) Cuentan los chinos, en una de sus muchas historias, que hace mucho tiempo, un niño travieso y atrevido en vez de asistir a clase dedicó toda una tarde a hacer novillos. Entretenido con una y otra cosa vio a una anciana que estaba sacando punta a una gavilla de hierro, afilándola en una piedra grande: “¿Qué hace, señora?” –preguntó el chiquillo-. La anciana, gastándole una broma le dijo: “Ya ves, estoy afilando esta gavilla hasta que se convierta en una aguja para coser”.

 

El niño, todo extrañado, se fue a jugar, pero aquello lo dejó cavilando: “Si esta anciana puede convertir una gavilla de hierro en una aguja, yo si me esfuerzo podré llegar a ser un hombre de letras…”. Desde aquel día no dejó de estudiar y se convirtió en el poeta más famoso de toda la historia de China: Li Bai. Tus amigos chinos conocerán este dicho:磨杵成针.

- Publicidad -

La anciana sabía que lo que le dijo al chiquillo era imposible, y nosotros también. Y es que hay cosas que son imposibles para los hombres, pero tan necesarias para nuestra vida y nuestra felicidad que Dios las hace posible. Nuestro esfuerzo es necesario para acoger el don de Dios, pero todo lo importante en la vida es don y lo que hacemos para conseguirlo nada en comparación con lo que se nos otorga. Los creyentes sabemos que no nos salvan nuestros esfuerzos, sino la gracia y la fe que Dios suscita en nuestra vida. ¿Quién puede forzarse a amar? ¿Quién puede violentar lo profundo de su corazón? ¿Quién puede ser feliz si no ama?

Le costó alguna noche sin dormir, pero cuando el cansancio le hizo conciliar el sueño, José descubrió porqué aquel niño no era fruto de la virilidad de ningún hombre, sino del poder del amor de Dios.

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!