El lado oscuro de la historia

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12 años de esclavitud

12 AÑOS DE ESCLAVITUD

Aunque ya desde hace meses podemos ver en las salas alguna que otra cinta suelta, estamos en esa época del año en la que ya empiezan a llegar todas esas grandes películas que suenan de cara a los Oscar que se entregarán a principios del próximo marzo. Y una de las favoritas indiscutibles es esta 12 años de esclavitud, que está recogiendo premios de todas las asociaciones de críticos americanos, que tiene el mayor número de candidaturas en los Globos de Oro, y que está recopilando excelentes críticas desde que se estrenara en el Festival de Toronto hace unos meses.

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{xtypo_code}Reino Unido-Estados Unidos, 2013 (134′)
Dirección: Steve McQueen.
Producción: Dede Gardner, Anthony Katagas, Jeremy Kleiner, Steve McQueen, Arnon Milchan, Brad Pitt, Bill Pohland.
Guión:  John Ridley, basado en el libro de Solomon Northup.  
Fotografía: Sean Bobbitt.
Música: Hans Zimmer.
Montaje:  Joe Walker.
Intérpretes: Chiwetel Ejiofor (Solomon Northup), Michael Fassbender (Edwin Epps), Benedict Cumberbatch (Ford), Paul Dano (Tibeats), Paul Giamatti (Freeman), Lupita Nyong’o (Patsey), Sarah Paulson (Sra. Epps), Brad Pitt (Bass), Alfre Woodard (Sra, Shaw), Michael K. Williams (Robert), Garrett Dillahunt (Armsby), Scott McNairy (Brown), Taran Killlam (Hamilton), Bryan Batt (Juez Turner), Dwigth Henry (Tío Abram).{/xtypo_code}

El británico Steve McQueen ha hecho la mejor película sobre ese negro período de la historia que fue la esclavitud en los Estados Unidos. En la cinta podemos sentir el dolor, no solo físico (a veces es excesivo el número de golpes, latigazos que dejan la carne destrozada, y en los que el director no omite detalle) sino también moral, la negación de la persona, la anulación de la identidad; y lo hace de modo magistral (casi siempre) contando esta historia real, la de Solomon Northup, un hombre libre, que vivía en el estado de Nueva York con su familia, y que era un virtuoso violinista, que fue secuestrado y vendido como esclavo en un estado sureño. Allí pasaría doce terribles años, pasando de plantación en plantación, de dueño en dueño.

El director, acostumbrado a retratos de personajes que sufren, y que ya nos contó en su anterior cinta (la poderosísima Shame) es el primer realizador de color que nos cuenta la historia de la esclavitud, y el tratamiento es duro. No solo, como decíamos, en el trato de los esclavistas. No todos eran sádicos, violentos y crueles, había quienes tenían un trato más educado, más respetuoso. También en el comportamiento de los propios esclavos, quienes llegan a una situación en la que no ven salida, están tan acostumbrados, y no contemplan otra vida, que llegan a situaciones terribles: una escena dolorosísima da ejemplo de ello, cuando durante un largo plano, el protagonista permanece colgado, abandonado, con el resto de esclavos pasando al lado, dedicados a sus tareas, y sin prestarle la más mínima atención. Tal es el grado de negación de la persona a que eran sometidos. Es de las escenas más brutales de una cinta que no es que sea precisamente pacata a la hora de mostrar violencia física.

McQueen bordea peligrosamente el melodrama, con una historia que se presta a ello, y aunque no llega a caer de lleno en él, si se moja los pies en dicho terreno en alguna ocasión (sobre todo con un final que hace que la historia baje mucho en su calidad). Va a ganar varios Oscar: el de actor para un  portentoso Chiwetel Ejiofor parece casi asegurado, y también podían caer los de reparto para Lupita Nyong’o y Michael Fassbender (habitual en el cine del director), sin hablar del de película.

Es una cinta muy buena, sí, una de las mejores del año, también. Pero no creo que sea tan redonda como muchos están queriendo ver.

 

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