Bayona arrasa con todo

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1301LO IMPOSIBLE

Tras un debut sorprendente y muy prometedor, Juan Antonio Bayona regresa con una cinta portentosa, poderosa y sobrecogedora, que podría encajarse dentro del género de cine de catástrofes, aunque es otra cosa lo que importa. La diferencia principal con la mayoría de filmes de este estilo es que esta Lo imposible está basada en unos increíbles hechos reales.

{xtypo_code}España, 2012 (113′)
Dirección: Juan Antonio Bayona.
Guión: Sergio G. Sánchez.
Producción:  Sandra Hermida, Belén Atienza, Enrique López Lavigne, Álvaro Augustín.  
Fotografía: Óscar Faura.
Música: Fernando Velázquez, Michael Kamm.
Montaje: Elena Ruiz, Bernat Vilaplana.
Intérpretes: Naomi Watts (Maria), Ewan McGregor (Henry), Tom Holland (Lucas), Samuel Joslin (Thomas), Oaklee Pendergast (Simon), Marta Etura (Simone), Sönke Möhring (Karl), Geraldine Chaplin (Mujer mayor).{/xtypo_code}

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Bayona nos recuerda (como ya hizo Clint Eastwood en Más allá de la vida) el terrible tsunami que asoló Thailandia el 26 de diciembre de 2004. Si el americano se servía de un hecho real para narrar una ficción, Bayona nos cuenta unas vidas reales, las de un matrimonio español y sus tres hijos, que pasaba unas idílicas vacaciones de invierno en aquel lugar cuando llegó la pared de agua que lo cambió todo.

La primera media hora es sencillamente brutal. Vemos a la familia en el avión, llegando a su destino. Y ya vemos detalles que nos hacen ver las características de cada uno de ellos. Los vemos instalarse en el hotel, y los vemos divertirse en la playa, pasando un par de días maravillosos, hasta que la mañana después de Navidad llega el desastre. Y es ahí donde el espectador puede sentir y sufrir como si estuviese allí. Siente el ahogo, la asfixia, la angustia buscando aire cuando los protagonistas están bajo el agua. Siente el terrible dolor cuando los objetos que la ola arrastra golpean por todo su cuerpo. Y cuando todo parece que ha terminado, y el mar queda en calma, sentimos la soledad, la desesperación, el dolor emocional de los protagonistas que han sobrevivido pero ignoran si el resto de su familia ha corrido la misma suerte.

Tras esa primera parte prodigiosa e hiperrealista, en la que imperan los sentidos y casi no hay diálogo (es más, casi ni hay efectos digitales llega una segunda más calmada, más sosegada, en la que imperan el sentimiento de pérdida, la búsqueda, y las relaciones familiares. Es la parte en la que Bayona baja un poco el pistón, en la que la historia flojea más por recurrir a trucos sentimentales que por otra cosa, en la que aparecen otras historias breves, otros personajes que sirven para que conozcamos más de la tragedia.

Los intérpretes, del primero al último, están magníficos. Bayona ha logrado superar con nota la siempre difícil tarea de dirigir a niños (todos ellos, no sólo los tres protagonistas, están fantásticos). Pero sería injusto no resaltar el trabajo de Tom Holland, y sobre todo el de esa actriz superdotada que es Naomi Watts, que (esto no es una suposición, es una afirmación) será (al menos) una de las próximas nominadas al Oscar por este impresionante trabajo.

Sí, vale. A veces se le va la mano en el uso exagerado de la banda sonora para resaltar unos sentimientos que son más que perceptibles por las imágenes en sí. Sí, a veces recurre en demasía al sentimentalismo para provocar la lágrima. ¿Y qué? Es una gran película. Grandísima. Bayona ha hecho una colosal cinta que va a pasar a la historia del cine español.

 

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