En volandas

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(Marcos 2,1-13) Hay veces que la vida se nos pone cuesta arriba. Parece que nos exige más de lo que podemos dar, y que la angustia, el sufrimiento y las dificultades nos van a desbordar. Todavía lo pasamos peor cuando hay quien depende de nosotros. Muchos estáis viviendo la angustia del paro. Otros quizás la de la enfermedad. Problemas familiares que pesan como una losa, más pesada con cada pequeño contratiempo.

Es verdad que siempre hay alguien con un problema mayor que el nuestro, y que a veces pensamos que no nos debemos quejar. Pero a cada uno le duele lo suyo, y cada uno de nosotros tiene que afrontar su propia existencia. Es muy importante que no sumes dolor al dolor; rencor a la inseguridad; angustia al propio miedo. No son las dificultades que tienes en tu vida la que te quitan la paz. Muchas veces somos nuestros peores enemigos.

La angustia, ante el mal que todavía no ha llegado, nos paraliza; el no agradecer, lo que los nuestros han hecho por nosotros, nos hace desgraciados; el sentirnos solos, sin reconocer la presencia de aliento y de perdón del Padre, nos hace sentirnos víctimas…

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Al final de todo lo que estás viviendo, aunque ahora no lo creas del todo, te darás cuenta de que te han llevado en volandas, hacia una madurez personal más grande, hacia un amor más pleno. Te darás cuenta que los que te quieren, y Quien te quiere también, te ha estado sosteniendo, guiando, impulsando.

Ya sé que te estarás preguntando: “Y mientras tanto, ¿qué?”. Mientras tanto cuéntale a Quien te escucha todo lo que te pasa, una, diez, cien veces. Niégate a rumiar lo que te está destruyendo en vano, son engaños del mal. Y, en lo peor, aprieta los dientes y repite: “Yo sé de quién me he fiado.Yo sé de quién me he fiado”.

 

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