El placer de conducir

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1401DRIVE

Hay pocas películas que logran alcanzar la unanimidad de la crítica internacional y que prácticamente todo el mundo coincida en declararla una película de culto. Pero Drive lo es. Desde el mismo momento en que comienza, con una secuencia de inusitada potencia visual, presentándonos a un personaje al que no llegamos a conocer bien nunca, y sobre todo con la apertura musical y esos créditos rosa totalmente ochenteros.

{xtypo_code}Estados Unidos, 2011 (100′)
Título original:  Drive.
Director:  Nicolas Winding Refn.
Producción: Michael Litvak, Gigi Pritzker, Adam Siegel, John Palermo.
Guión:  Hossein Amini, James Sallis
Fotografía: Newton Thomas Siegel.
Música: Cliff Martinez.
Montaje: Matthew Newman.
Intérpretes: Ryan Gosling (Driver), Carey Mulligan (Irene), Bryan Cranston (Shannon), Albert Brooks (Bernie Rose), Oscar Isaac (Standard),  Christina Hendricks (Blanche), Ron Perlman (Nino), Kaden Leos (Benicio), James Biberi (Cook), Russ Tamblyn (Doc), Tiara Parker (Cindy).{/xtypo_code}

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El director danés Nicolas Winding Refn da el salto definitivo a la industria norteamericana con esta película, de ritmo casi hipnótico, y que está atrapando prácticamente a todo aquel que la ve. Aunque gran parte de la culpa de ello la tiene el portentoso papel de Ryan Gosling, una especie de samurai moderno, un vaquero lacónico, un hombre de pasado desconocido aunque (intuimos) turbio. Él lleva todo el peso de una historia que nos lleva en un in crescendo de violencia demoledora, seca y brutal.

El protagonista es un joven de doble vida. De día trabaja en un taller  y ocasionalmente como especialista de cine. De noche, alquila su talento al volante a atracadores y delincuentes varios para ayudarles en su huida. Sus normas son claras: nunca va armado y su trabajo dura sólo cinco minutos. Pasado este tiempo, el cliente debe arreglárselas por su cuenta. Una propuesta de su jefe y el encuentro con una vecina y su hijo trastocarán sus planes vitales.

Drive es una película mucho más introspectiva, más intimista e inteligente, artística y reflexiva de lo que pudiera parecer a simple vista (no es una cinta de persecuciones ni una historia de violencia). Es más parecido a una ‘bella y bestia’, en la que ella siente la atracción pero no se atreve a dar el paso; y él también, pero trata de evitarla, porque se conoce, sabe el mal que puede despertar, la furia que oculta en su interior y que quiere impedir que salga a la luz.

La banda sonora (con ritmos muy ochenteros), la puesta en escena, los decorados (las calles nocturnas e iluminadas de Los Ángeles se convierten en un personaje más), los secundarios (sobre todo Albert Brooks), y el modo en que Winding Refn lleva la historia, con sus deliberados cambios de ritmo, su sabia combinación de momentos adrenalínicos con otros mucho más pausados, repletos de silencios y miradas, de calma, de paz, de sosiego (que algunos, sin mucho criterio, están utilizando para decir que la película es aburrida) convierten a Drive en un filme de culto automático. Además, el Ryan Gosling de Drive pasará  a la historia, además de por  su inmenso trabajo, por esa chaqueta dorada con el escorpión, que (junto a la chaqueta morada de Jesús Quintana en El gran Lebowski, o el mono amarillo de Beatrix Kiddo en Kill Bill), están ya en la lista de vestuarios mítico.

 

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