Apariencias y realidad

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1501UN DIOS SALVAJE

No cabe duda que ese ser de pequeño tamaño y aspecto extraño que es Roman Polanski es todo un maestro del cine, aunque en ocasiones se preste más atención a los aspectos privados (y ciertamente oscuros) de su pasado. Pero aquí hablamos de cine, y no de los gustos y perversiones de cada uno (si así fuera, con seguridad muchas de las estrellas de hoy no serían tan apreciadas), y Un dios salvaje es una cinta fabulosa, cine del bueno, del que se disfruta de principio a fin.

{xtypo_code}Francia-Alemania-Polonia-España, 2011. (79′)
Título original:  Carnage.
Director:  Roman Polanski.
Producción: Saïd Ben Saïd.
Guión:  Yasmina Reza y Roman Polanski, basado en la obra teatral homónima de Yasmina Reza.
Fotografía: Pawel Edelman.
Música: Alexandre Desplat.
Montaje: Hervé de Luze.
Intérpretes: Jodie Foster (Penelope Longstreet), Kate Winslet (Nancy Cowan), Christoph Waltz (Alan Cowan), John C. Reilly (Michael Longstreet).{/xtypo_code}

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Basada en la obra teatral homónima de Yasmina Reza, la última creación de Polanski encierra en un piso de Nueva York a dos matrimonios que intentan arreglar la situación después de que el hijo de unos haya agredido al de los otros. Lo que en un principio son buenas formas, modales, educación, poco a poco va degenerando en insultos, en malos modos, en enfrentamientos brutales, sin llegar en ningún momento (eso sí) a las manos.

La película muestra a la maravilla lo que pretende, que todos somos de una forma, pero que lo ocultamos con infinidad de capas. Aquí, las máscaras caen, y las apariencias dejan paso a las realidades en cuanto unas copas de alcohol liberan de los corsés de falsa educación y respeto que se sienten unos por otros. Aparecen las miserias, la frustración, las acusaciones, la violencia soterrada, la lucha de clases, hasta llegar a una catártica resolución… en un enfrentamiento que no tiene fin, ya que (como si fuera El ángel exterminador, de Buñuel) los visitantes se despiden una y otra vez, pero la separación no se produce, y la reunión sigue y sigue y sigue…
Polanski muestra una mala leche, una comicidad y una inteligencia sin límites. Son numerosos los momentos en los que remata una frase con algo que nos hace sonreir, es una cinta furiosa, pero divertida a la vez, una de las más cómicas (si no la más) de las que jamás haya dirigido el director polaco.

Un guión soberbio, que supera con creces la obra de teatro de la que procede (según dicen los que han visto sobre las tablas la obra de Reza), una muestra del enorme talento y sobrehumano genio de Polanski para el cine, con planos medidos al milímetro, incluso con la decoración de la casa y ese juego de espejos que mantiene el enfrentamiento de los personajes en todo momento.

Y, por supuesto, un póquer de intérpretes que roza la perfección. Todos ellos son destacables, todos están magníficos, desde Jodie Foster y Kate Winslet, dos estrellas de la pantalla con un don, a Christoph Waltz y John C. Reilly, dos de los mejores actores de reparto de la actualidad. Todos ellos están fantásticos y ayudan a que la película alcance los niveles que alcanza.

 

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