Érase una vez… un periodista

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Había una vez una ciudad sureña, en la que todo discurría con normalidad, donde ni siquiera las temperaturas altas de su caluroso verano conseguían perjudicar a las mentes de sus vecinos. Me estoy acordando de un pueblo llamado Dos Hermanas y de las buenas personas que lo habitan; en él ha irrumpido un personaje, “ el periodista“, en Dos Hermanas se quiere hacer notar y pasar de ser desconocido a hacerse popular, y no me estoy refiriendo en lo de popular a lo político, sino a hacerse famoso a costa de los demás.

Érase una vez un periodista en Dos Hermanas llamado Alberto García Reyes que quiso hacer de una información mentirosa una verdad injuriosa, con las informaciones que vertía y desparramaba los pasados días en su periódico. Este sr. mentía en la acusación que escribía del alcalde del pueblo. Es necesario que rectifique de una vez en la forma adecuada y le pida perdón no solo a él sino a todas las personas del Patronato Municipal de Deportes sobre las que ha vertido falsedades.

Érase una vez un señor, sí, digo señor porque a los periodistas que escriben de flamenco los considero señores, pero cuando escriben de lo que no saben dejan de serlo, bien pues está haciéndose un hueco en la prensa escrita y no dudéis que le quitará el puesto a otro “superperiodista” de su mismo medio; pues como les cuento en su artículo del día 14 de septiembre en el ABC escribe quince posibles titulares y de ellos diez son mentiras (por ejemplo: la hija del Gerente nunca ha trabajado en el Patronato Municipal de Deportes y nunca ha estado bajo su mando) y cinco inexactitudes. Al “periodista” Alberto se le suma un “redactor”, y se le pega como una lapa, este otro que se tiñe de “deportista” o de “dirigente deportista”, un “redactor que también se tiñe de “coordinador político”, se esconde y dice casi lo mismo y lo ratifica y por ende se va a las casas ajenas y oficinas de pedigüeño.

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Alberto te felicito, eres un campeón de campeones, no sé si al final del cuento te convertirás en una rana o en un príncipe, te ruego no cuentes conmigo para escribir ese final. Ahora y con la intención de volver al cuento, os digo que pasaron días y días y “el periodista” no reaccionaba, recibía quejas, peticiones varias de rectificación, recibió artículos en prensa diciéndole cosas totalmente claras y verdades en respuesta a sus mentiras. “El periodista” no reaccionaba, veía pasar gente y escuchaba respuestas y dada esta situación se creó una gran plataforma (en Internet antiguo) de ayuda a “el periodista”, lo estaba pasando mal, pero como los ciudadanos son buenos por naturaleza consiguieron darle un tratamiento por especialistas, lo que produjo que “el periodista” mejorara y saliera de la tremenda depresión a la que se vio sometido por tanta información falsa que le llegó y a la cual dio crédito. Por otra parte los informadores malintencionados se dieron cuenta de cuanto mal le habían hecho a sus propios vecinos, pidieron perdón y prometieron no hacerlo más y menos con una persona indefensa e ignorante del mundo en el que escribía.

Como este cuento existirán otros muchos y de otra manera y con otro final, pero desgraciadamente éste termina sin comernos las perdices. Suerte, eres un campeón, tu a tu “rollo” y que no nos fastidien a los demás con mentiras.

 

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