Paradoja existencial

0
- Publicidad -

(Mateo 13,1-23) La vida se resuelve muchas veces en la paradoja. Para recoger la riqueza y la profundidad de nuestras experiencias vitales no podemos sino afirmar una cosa y la contraria, a la vez, y en nuestra propia persona. Somos valientes y cobardes, somos generosos y tacaños, somos ateos y creyentes, somos buenas personas, pero para quién no nos conoce como nosotros nos conocemos…

Al comienzo de cada eucaristía confesamos nuestros pecados y pedimos perdón al Señor. Y, sin embargo, el Evangelio nos dice que Cristo murió para el perdón de nuestros pecados y que su vida en nosotros es ya fuente de plenitud. “Vosotros ya habéis vencido al pecado”, dice San Pablo en muchas ocasiones; y constatamos palmariamente que el pecado nos vence día tras día mundanos. ¿Cuándo decimos y sentimos lo verdadero?  

La vida del cristiano es una lucha constante contra el egoísmo y el mal que ha anidado en nuestra vida. Quizás muchos de los males económicos de nuestra sociedad son causados por una falta de honradez y moralidad, tanto de los políticos como de los que se han podido beneficiar de su cercanía e influencia, por dejarnos llevar por la corriente de lo más fácil, pensando que nuestra pequeña corrupción no era relevante. Y lo ha sido.

- Publicidad -

La vida del cristiano es lucha constante contra la corrupción de la vida que se nos ha entregado. Pero esa vida ya la tenemos, en forma de germen, de semilla, de prenda. Es verdad que cada día hemos de arrepentirnos de nuestro pecado, pero si confiamos en que el perdón y la bondad del propio Jesucristo están con nosotros, ni nos angustiaremos con una culpabilidad paralizante, ni nos conformaremos con la corrupción que nos carcome.

 

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!