“Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar”:
verso, golpe, galopar
de entre un submundo anodino.
…que el camino se perdió
sin huellas de sus pasados
pisados, no fecundados;
sembrados, pero sin flor.
Caminante, salta al coso
que, aun redondo, es todo tuyo.
Aprende a morir honroso
sobre el manto de tu senda
—la única de las prebendas
otorgada por los dioses—,
y desimpregna de poses
a las viejas esculturas,
a las doctrinas-culturas,
a tus solacios hirientes,
que apenas queda ya espacio
para morir tan despacio
sin que rechinen los dientes.
Caminante, ¡vete al cuerno!
—siendo así, caminarás—;
desempolva el aguarrás
pegado en sandalias nuevas;
emborrona la acuarela
de los lienzos obligados;
pinta el suelo del legado
soñado sobre la mar
que es tu camino, destino,
si es tu sino, libertad.
Por eso no cuentes sombras
que pasan como los pasos,
ni derrumbes en sargazos
la savia con que te ungieron.
Sólo tú sabes el nombre
de la luz que desescombre
todo cuanto derritieron.
Sólo tú, dueño y señor,
marqués del entendimiento,
puedes alzar el momento
en que blandir tu bandera:
demuestra que, andar andando,
todo el todo está esperando
más allá de la barrera…