Buenas intenciones, malos resultados

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1901¿PARA QUÉ SIRVE UN OSO?

Tras haber trabajado juntos en La torre de Suso, los actores Javier Cámara y Gonzalo de Castro, dos de los cómicos más populares de nuestro país, gracias a la televisión, vuelven a coincidir con el director de aquella cinta, Tom Fernández, en esta ¿Para qué sirve un oso?, que inauguró el pasado sábado la decimocuarta edición del Festival de Cine Español de Málaga.

{xtypo_code}España, 2011. (100′)
Escrita y dirigida: Tom Fernández.
Producción: Jaume Roures, Enrique González Macho.
Fotografía:  Arnau Vall Colomer.
Música: Mauricio Villavecchia.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Intérpretes: Javier Cámara (Guillermo), Gonzalo de Castro (Alejandro), Jesse Johnson (Chaval), Oona Chaplin (Rosa), Emma Suárez (Natalia), Geraldine Chaplin (Josephine), Sira García (Daniela).{/xtypo_code}

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No nos engañemos: la película logrará su objetivo de atraer a un público numeroso a las salas, porque es una historia sencilla, accesible, una comedia que sus dos protagonistas venden muy bien, y que además pretende (y puede) llegar a todos los públicos (ni hay truculencias, ni violencia -más allá de algunos golpes cómicos-, ni nada que se pueda acercar a una intención sexual, en ningún momento). Pero esa es también, aunque parezca mentira, su principal handicap. Es una historia muy facilona, con buenas intenciones (el ecologismo, salvar al planeta, reciclar…) pero con malos resultados.

La película nos cuenta la vida de dos hermanos muy distintos. Guillermo es un biólogo de talento que, tras años en la Antártida, pierde la fe en lo que está haciendo y lo deja todo para volver a su pueblo; allí, la mujer que le crió (Josephine) le obliga a ir a buscar a su hermano, Alejandro, un zoologo que sólo tiene fe, que vive en un árbol en el medio del bosque y que, con la ayuda de un californiano recién diplomado pretende demostrar que hay osos en el bosque, para evitar la construcción de una urbanización.

Las intenciones, como decimos, del director son buenas, y las de sus protagonistas, también (de ellos son los mejores momentos de la cinta), pero el resultado no es el esperado, porque Fernández se pierde en el camino, se preocupa casi más por las tramas paralelas, la de las relaciones amorosas (o los intentos de lograrla) entre Alejandro y Natalia, la veterinaria del pueblo (una sorprendentemente sosa Emma Suárez), o las del joven investigador con la (también jovencita) profesora del colegio (Oona Chaplin, que se paseó la mañana del estreno por Málaga con unos altísimos tacones) y que no hay por donde cogerla; o la de la niña de la historia (en toda película que quiera llegar y educar a los pequeños tiene que haber una niña) que cada vez que aparece, relentiza todo, le quita ritmo, brillo…

¿Para qué sirve un oso? es una película de altibajos. Comienza mal, va mejorando poco a poco, pero después se pierde, por completo, parece que se recupera, pero es un espejismo y acaba completamente perdida, sin conseguir sus objetivos. Muy buenas intenciones, sí, pero pocos, casi ningún, logro. Además, se la ve venir desde muy lejos, y cualquiera puede adivinar cómo va a terminar la historia, para todos (y digo, todos) sus personajes, desde poco después de empezar.

 

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