Casi, casi perfecta

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0901CISNE NEGRO

Cuentan (hay quien dice que sólo es leyenda, que nunca ocurrió) que el insigne Galileo, después de pasar una temporada en prisión, volvió a su trabajo como profesor, “reconociendo” que se equivocó, que el Sol giraba alrededor de la Tierra, mientras ésta permanecía estática en el centro del Universo, y terminando su discurso con el famoso “y sin embargo, se mueve”.

{xtypo_code}Estados Unidos, 2010. (108′)
Título original: Black swan.
Director: Darren Aronofsky.
Producción: Scott Franklin, Mike Medavoy, Arnold Messer, Brian Oliver.
Guión: Mark Heyman, Andrés Heinz, John J. McLaughlin.
Fotografía:  Matthew Libatique.
Música: Clint Mansell.
Montaje: Andrew Weisblum.
Intérpretes: Natalie Portman (Nina Sayers), Mila Kunis (Lily), Vincent Cassel (Thomas Leroy), Barbara Hershey ( Erica Sayers), Winona Ryder (Beth MacIntyre), Benjamin Millepied (David), Ksenia Solo (Veronica), Kristina Anapau (Galina), Janet Montgomery (Madeline).{/xtypo_code}

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Algo parecido puede entenderse de esta fantástica, verdaderamente fantástica, Cisne negro. Vale, los personajes son demasiado arquetípicos, y se han visto en innumerables películas (la chica dulce -en este caso, bailarina-; la chica oscura, y rival de la primera; la madre opresiva y absorbente; la profesional en decadencia a la que sustituye (y sufre por ello) la protagonista; y el director conflictivo y pasional).

Además, la protagonista se enfrenta a su reverso oscuro, un doppelgänger que tampoco es una novedad. Y vale, la historia no es nueva. Y, como decía Galileo, sin embargo… tiene un algo que hace que sea hipnótica, que te atrapa desde el primer momento y no te suelta hasta el último plano, hasta que Natalie Portman, tras finalizar su actuación, con lágrimas en los ojos, y plena de felicidad dice “It was perfect”, y sí, tiene razón, fue perfecto (que todo el mundo se tranquilice, no estoy desvelando nada fundamental de la trama).

Nina es una bailarina, que lucha por alcanzar la perfección. El director de la compañía la elige para sustituir a la mítica Beth MacIntyre en una nueva y reformada versión de El lago de los cisnes, pero ella siente que Lily, una chica que acaba de llegar de San Francisco, quiere quitarle el puesto. Nina también debe lidiar con una opresiva madre, que siempre está encima de ella, acosándola. La presión a la que se ve sometida hace que, poco a poco, harán que empiece a perder la cabeza, a no distinguir entre lo que es real y lo que no.

Darren Aronofsky consigue que el espectador se inmiscuya de lleno en las neurosis de Nina, nos mete de lleno en ellas, y hace que nos sintamos incómodos con sus turbadoras visiones. La cinta está repleta de símbolos (algunos demasiado evidentes), pero el gran trabajo de Aronofsky está en que, a pesar de todo, uno no pueda dejar de mirar, no sea capaz de retirar sus ojos de la pantalla en ningún momento.

Aparte del poker de damas (Portman, Kunis, Hershey, Ryder), y el rey (Cassel), hay otros dos grandes personajes en la trama: los pies (a los que Aronofsky presta especial atención, con planos cortos que los persiguen mientras las chicas bailan), y los espejos y/o reflejos, que cobran gran importancia en la mayoría de ocasiones y que están presentes casi en cada plano.

Cisne negro es una mezcla (extraña e inesperada) de drama, thriller psicológico y algunos toques magistrales de cine de terror. Aronofsky da en el clavo al saber usar las cantidades apropiadas de cada uno de estos géneros, y hacerlo en el momento apropiado, y le da a Natalie Portman (ganadora del Globo de Oro, el premio del Sindicato de Actores y de otros muchos, y futuro Oscar a la mejor actriz) la oportunidad de demostrar lo buena que es. Ella es, sin duda y con mucha diferencia, la mejor en esta maravillosa película. Una auténtica (e inesperada) obra maestra.

 

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