La Bella y las Bestias

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1901BALADA TRISTE DE TROMPETA

Estamos ante el hito cinematográfico del año en lo que a la filmografía española se refiere. Siempre es un placer asistir a la creación de uno de nuestros genios, como es Alex de la Iglesia, que en todas sus películas ha mostrado un estilo propio, único e inclasificable, reconocible incluso aunque las cintas no estuviesen firmadas por él. Quizás la única excepción en su carrera sea la muy floja Los crímenes de Oxford. Pero incluso esta última, ha permitido al bilbaino llegar hasta aquí, pues todas sus películas no han sido más que parte del camino para llegar a esta Balada triste de trompeta.

{xtypo_code}España-Francia, 2010. (107′).
Escrita y dirigida: Álex de la Iglesia.
Producción: Vérane Frédiani, Gerardo Herrero, Franck Ribière.
Fotografía: Kiko de la Rica.
Música: Roque Baños.
Montaje: Alejandro Lázaro.
Intérpretes: Antonio de la Torre (Sergio), Carlos Areces (Javier), Carolina Bang (Natalia), Santiago Segura (Payaso tonto), Manuel Tejada (Jefe de pista), Fernando Guillén Cuervo (Capitán Miliciano), Sancho Gracia (Coronel Salcedo), Fran Perea (Soldado nacional), Terele Pávez (Dolores), Enrique Villén (Andrés), Fofito (Payaso listo), Manuel Tallafé (Ramiro), Gracia Olayo (Sonsoles), Luis Varela (Veterinario).{/xtypo_code}

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Balada… es una película arriesgada, excesiva, brutal, desmadrada, radical, desgarrada, tremebunda, osada, imprevisible, apabullante, desconcertante, visceral y brillante. De la Iglesia no se corta un pelo, actúa y dirige sin tapujos, sin medias tintas, y ello hace que su cine, y en especial esta película, se pueda adorar u odiar, sin término medio, pero consigue eso tan difícil que es no dejar indiferente a nadie.

La cinta, mezcla de comedia y tragedia, tiene imágenes poderosas, y es una clara pretensión del director de exorcizar sus obsesiones, presentes en todos sus filmes, pero que aquí toman control absoluto de la situación. Podría entenderse como una especie de recopilación de todo su cine anterior, bastante aumentado, como el enfrentamiento de dos payasos por una mujer, que era la base de Muertos de risa, y que aquí es una versión exacerbada de una bella y dos bestias salvajes, sanguinarias y enloquecidas, que lucharán por lograr su amor, de modo exacerbado, en una espiral de violencia imparable. Son dos posturas irreconciliables, metáfora de las dos Españas con la que comienza la película (a principios de la Guerra Civil, en una secuencia inaudita en la que un payaso acaba, machete en mano, con gran parte de un batallón golpista).

Pero es que no sólo la dirección es soberbia y el guion fantástico (pese a tener algún leve lastre), la música de Roque Baños y las interpretaciones del trío protagonista están a la altura, con un aterrador Antonio de la Torre (un payaso que adora a los niños pero que esconde una vena sádica que le hace confesar que se dedica a eso porque su otra opción era ser asesino), y los descubrimientos (para el cine) de Carlos Areces y la nueva musa del director (con la que ya había trabajado en su serie Plutón BRB Nero) y con la que aquí se recrea, la cámara la busca, nos enamora y nos hace creíble que los dos payasos pierdan la cabeza por ella.

Un festival de imágenes poderosas, una historia atravesada por la locura, con amores imposibles, violencia a raudales que sirve como catarsis, como elemento liberador de todo el sufrimiento que ha ido guardando y reprimiendo. Un volcán de imágenes, de ideas, repleto de talento, una apuesta extremadamente arriesgada, una tragedia y una comedia enfrentadas, como los dos payasos, en una historia en la que, como es de esperar cuando hay un enfrentamiento tan brutal, ninguno termina por tener lo que esperaba. Fantástica, soberbia, brillante, genial.

 

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