¿Qué es la fiebre?
La fiebre es un síntoma y un mecanismo de defensa de nuestro organismo contra determinados agentes externos, como infecciones víricas (causa más frecuente), bacterias, reacciones post-vacunales, etc…
La fiebre no siempre es un «enemigo» sino que a veces es un «aliado» en la lucha contra la infección. Se dice que un niño tiene fiebre cuando la temperatura corporal es superior a 38º.
¿Dónde debe colocarse el termómetro y cuál utilizar?
La zona idónea es la axilar, siendo el termómetro de mercurio el más fiable, aunque tambien el digital se aconseja, ha de mantenerse en la zona durante unos 5 minutos.
Hay otras zonas de medición de la temperatura corporal, como la oral (no aconsejable en el niño), la rectal (no se aconseja), el ótico (su medición es instantánea pero puede verse modificada por alteraciones en el conducto auditivo), cutánea por termómetros adhesivos (no se aconseja por medición poco fiable).
La medición de la temperatura en la zona rectal y la ótica suelen estar 0.5-0.7º por encima de la axilar.
¿Qué debemos hacer cuando un niño tiene fiebre?
En primer lugar desabrigarlo, dejar al niño con poca ropa. Mantenerlo en una habitación poco calurosa, en torno a 22 º. Si tiene temblores o escalofrios, taparlo con ropa ligera, como una sábana.
Se le pueden poner compresas húmedas en brazos, piernas, tórax, etc. O bien dar un baño de agua tibia, a unos 30º e introducir al niño poco a poco en la bañera durante 20-30 minutos. Nunca utilizar baño de agua fría, ni hielo, ni friegas de alcohol.
Hacer beber al niño líquidos de forma frecuente y en pequeñas cantidades.
Si la temperatura es mayor de 38º, administrar antitérmicos. Los más utilizados son el paracetamol e ibuprofeno. Si es posible se debe utilizar un sólo medicamento a dosis adecuadas según el peso, mejor que dos fármacos de forma alternativa.
Los antitémicos alcanzan su máxima eficacia sobre la hora tras su administración, sabiendo que la vía rectal es más lenta que la oral.
¿Cuándo se debe acudir a urgencias?
Si el niño tiene menos de 3 meses de vida.
Si la fiebre es superior a 40º.
Si ha presentado una convulsión febril.
Si presenta vómitos repetidos.
Si la fiebre no cede bien tras antitérmicos a dosis correctas y tiene un decaimiento importante.
Si el niño llora inconsolablemente.
Si el niño es difícil de despertar, está confuso o delirante.
Si tiene rigidez de nuca.
Si aparecen manchitas en la piel, pequeñas, como (cabezas de alfiler) rojizas, que no desaparecen al estirar la piel circundante.
Si tiene dificultad respiratoria, hundimiento costal, etc…
Si el niño padece alguna enfermedad grave de base, como cardiopatía, diabetes, renal. etc.
