Leyes o Evangelio

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¿Y ESE tal Jesús es como los fariseos que siempre te están recordando lo que no haces bien y que debes cumplir todos los mandamientos? Uno de esos maestros de la ley que van de condena en condena…

– Pues la verdad es que no. Jesús nunca hace sentir a nadie que es indigno de su amistad. Al contrario, quien más pecador es considerado por los demás, más cuenta con su comprensión y su cercanía.

-Total que va de moderno. ¿No? Uno de los que para contar con la aceptación de la gente calla los mandamientos de Dios y deja que se condenen sin ni siquiera saberlo.

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– Contigo no se acierta nunca. ¿Verdad? Si hace una cosa: malo; y si hace la contraria, peor. Pues ni una cosa, ni la otra.

– Es verdad que de los maestros de la ley no me fío nada. Me hablan tan mal de ellos…

– Y si no lo conoces, ¿porqué lo juzgas y lo condenas? Lo de Jesús es distinto. El no pone leyes, su testimonio es lo que más te compromete a cambiar de vida y a respetar de verdad a las personas que te rodean. Su forma de hablar te convence de que tienes que tratar a todos como hermanos, que cada persona está hecha, en verdad, a imagen de Dios.

– ¿Y cada uno puede hacer lo que le dé la gana con la ley del sábado, con las oraciones, con los ayunos, son todos los preceptos de la religión?

– Él nos dice que la ley está hecha para la persona, no la persona para la ley. Pero seguirlo a Él, vivir siguiendo su testimonio es muy exigente. No porque Él te exija nada. Viviendo con Él tú sabes que no puedes servir a Dios y al dinero, que ninguna tradición está por encima del mandamiento del amor, que no puedes permanecer indiferente ante la injusticia. Siguiéndolo a Él, sin darte cuenta, cambias.

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