Nuestra abuela Aurora

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Nacer mujer en 1910 fue difícil; estudiar una carrera a finales de los años 20, apasionante; iniciar la actividad docente en la Dos Hermanas del año 34, duro; formar una familia en la posguerra, un auténtico compromiso. Doña Aurora Fernández Fernández-Agüera nace en Sanlúcar de Barrameda en los albores del siglo XX, el 14 de junio de 1910. Desde pequeña muestra grandes aptitudes para el estudio, y son sus padres quienes, alentados por los maestros, deciden que no debe enfocar el futuro en “sus labores” (algo normal en la época) sino que tiene que proyectarse mediante estudios superiores.
Ingresa en la Facultad de Magisterio de Sevilla, donde coincide con solo 9 alumnas más del sexo femenino (los estudios universitarios se reservaban, mayoritariamente, para algunos hombres). Estos años tendrán un valor crucial en la formación de nuestra Abuela, no solo a nivel intelectual, sino también sentimental. En estos años conoce al también estudiante de magisterio Don Enrique Díaz Ferreras, quien será eje en su vida, en la de sus hijos y en la de varias generaciones de nazarenos. Es en plena II República cuando Doña Aurora llega a Dos Hermanas, años convulsos que marcan a un colectivo como el de los maestros, que viven a pie de aula los innumerables sinsabores y las contadas alegrías de aquellos días.
Durante más de 30 años Doña Aurora ejerce el magisterio en nuestro municipio, trasladándose en 1966 a Sevilla para posibilitar los estudios universitarios de sus 5 hijos, a los que les proporcionaron, tanto ella como su marido, un entorno adecuado para estudiar y vivir de sus profesiones el resto de sus vidas. El sacrificio, la rectitud, la paciencia y el respeto, son principios fundamentales que se inculcan en la casa para formar personas de provecho, honradas y trabajadoras, para conseguir seres humanos que sean poseedores del valor más preciado, el Amor. Hoy por hoy, Doña Aurora cuenta con una descendencia extensa y con un patrimonio familiar consolidado. Su huella y la de nuestro abuelo Enrique quedarán siempre en Dos Hermanas.
Es de subrayar que en nuestras vidas Abuela ha sido una base, han conseguido nuestros padres que la mirásemos con el respeto y la admiración que ella merece. Es para nosotros un pilar. Nos ha regalado conversaciones, risas y silencios que nos han moldeado sin darnos cuenta. Nos enseñaba con su saber estar en casa, cada día. Siempre mostró una vida sin rencores, mirando hacia delante. Supo contar su “historia” para todos. Inteligente, viva. Con ella estamos cada vez que no está, siempre ha sido una más. Nos mostró sus bonitas manos que acariciaban, que cuidaban o que reñían. Sus manos que un día guiaron otra que torpemente empezaba a escribir, que marcaron sus primeras lecturas. Siempre presentes estarán esas que protegían, que esperaban, que hacían labores con la perfección y el gusto que lo hace un ángel. Que hablaban, que siempre nos hablan. Que son hoy el reflejo de una vida repleta de gestos, prudentes, que no aprietan.
El siglo XX ha tenido en nuestra abuela Aurora a un baluarte de la Mujer Trabajadora. Ella es protagonista, heroína y modelo a seguir, es una de aquellas primeras mujeres que se esforzaron en la consecución de la Igualdad con mayúsculas. Fueron mujeres como ella las que tuvieron que consagrar su salud, su familia, su suerte, en definitiva, su vida, a la labor más loable: la Libertad. El 14 de junio de este año cumple sus “primeros” 100 años, con la agudeza mental, juventud, inteligencia y cariño que siempre le han caracterizado. Doña Aurora sigue siendo vecina de Dos Hermanas, es patrimonio vivo de nuestro Pueblo desde hace un siglo, y para siempre. Tú misma, Abuela. Con todo lo que significa tu nombre de verdad, vida, renovación, luz, pureza, claridad y futuro. Una bisnieta tendrá pronto el honor de llamarse como tú.
Con nosotros siempre. Abuela, te queremos.

Nacer mujer en 1910 fue difícil; estudiar una carrera a finales de los años 20, apasionante; iniciar la actividad docente en la Dos Hermanas del año 34, duro; formar una familia en la posguerra, un auténtico compromiso. Doña Aurora Fernández Fernández-Agüera nace en Sanlúcar de Barrameda en los albores del siglo XX, el 14 de junio de 1910.

 

Desde pequeña muestra grandes aptitudes para el estudio, y son sus padres quienes, alentados por los maestros, deciden que no debe enfocar el futuro en “sus labores” (algo normal en la época) sino que tiene que proyectarse mediante estudios superiores. Ingresa en la Facultad de Magisterio de Sevilla, donde coincide con solo 9 alumnas más del sexo femenino (los estudios universitarios se reservaban, mayoritariamente, para algunos hombres).

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Estos años tendrán un valor crucial en la formación de nuestra Abuela, no solo a nivel intelectual, sino también sentimental. En estos años conoce al también estudiante de magisterio Don Enrique Díaz Ferreras, quien será eje en su vida, en la de sus hijos y en la de varias generaciones de nazarenos. Es en plena II República cuando Doña Aurora llega a Dos Hermanas, años convulsos que marcan a un colectivo como el de los maestros, que viven a pie de aula los innumerables sinsabores y las contadas alegrías de aquellos días.

Durante más de 30 años Doña Aurora ejerce el magisterio en nuestro municipio, trasladándose en 1966 a Sevilla para posibilitar los estudios universitarios de sus 5 hijos, a los que les proporcionaron, tanto ella como su marido, un entorno adecuado para estudiar y vivir de sus profesiones el resto de sus vidas. El sacrificio, la rectitud, la paciencia y el respeto, son principios fundamentales que se inculcan en la casa para formar personas de provecho, honradas y trabajadoras, para conseguir seres humanos que sean poseedores del valor más preciado, el Amor. Hoy por hoy, Doña Aurora cuenta con una descendencia extensa y con un patrimonio familiar consolidado. Su huella y la de nuestro abuelo Enrique quedarán siempre en Dos Hermanas.

Es de subrayar que en nuestras vidas Abuela ha sido una base, han conseguido nuestros padres que la mirásemos con el respeto y la admiración que ella merece. Es para nosotros un pilar. Nos ha regalado conversaciones, risas y silencios que nos han moldeado sin darnos cuenta. Nos enseñaba con su saber estar en casa, cada día. Siempre mostró una vida sin rencores, mirando hacia delante. Supo contar su “historia” para todos. Inteligente, viva. Con ella estamos cada vez que no está, siempre ha sido una más. Nos mostró sus bonitas manos que acariciaban, que cuidaban o que reñían. Sus manos que un día guiaron otra que torpemente empezaba a escribir, que marcaron sus primeras lecturas. Siempre presentes estarán esas que protegían, que esperaban, que hacían labores con la perfección y el gusto que lo hace un ángel. Que hablaban, que siempre nos hablan. Que son hoy el reflejo de una vida repleta de gestos, prudentes, que no aprietan. El siglo XX ha tenido en nuestra abuela Aurora a un baluarte de la Mujer Trabajadora. Ella es protagonista, heroína y modelo a seguir, es una de aquellas primeras mujeres que se esforzaron en la consecución de la Igualdad con mayúsculas.

Fueron mujeres como ella las que tuvieron que consagrar su salud, su familia, su suerte, en definitiva, su vida, a la labor más loable: la Libertad. El 14 de junio de este año cumple sus “primeros” 100 años, con la agudeza mental, juventud, inteligencia y cariño que siempre le han caracterizado. Doña Aurora sigue siendo vecina de Dos Hermanas, es patrimonio vivo de nuestro Pueblo desde hace un siglo, y para siempre. Tú misma, Abuela. Con todo lo que significa tu nombre de verdad, vida, renovación, luz, pureza, claridad y futuro. Una bisnieta tendrá pronto el honor de llamarse como tú. Con nosotros siempre. Abuela, te queremos.

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