Fe y seguimiento

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“EN EL evangelio está claro, de nada vale decir: “Señor, Señor”, si no nos llenamos del Espíritu de Jesús y no vamos haciendo, en nuestras circunstancias y con nuestras limitaciones, lo que Él hizo. No hay fe verdadera sin seguimiento de la vida y la persona de Cristo.
¿De qué nos sirve ahora quejarnos de la crisis, cuando hemos estado callados años y años con los abusos y las injusticias que la han propiciado? ¿De qué sirve quejarnos de los políticos si nunca vamos a cambiar el sentido de nuestro voto y si no vamos a participar en nuestra sociedad para que vaya cambiando? ¿De qué sirve decir que queremos una sociedad más justa si no hacemos nada por construirla? ¿De qué sirven nuestras buenas intenciones si no se concretan nunca en ninguna lucha transformadora?
Cuando subían de manera desorbitada los precios de las hipotecas, ¿cuántas manifestaciones se convocaron para protestar con la esclavitud a 40 años de tantos y tantos jóvenes? Quizás es que los de la construcción cobraban mucho más de lo que podían haber imaginado, y unos por otros callábamos. Cuando nos enterábamos que quien perteneciera al Partido se colocaba de inmediato, ¿quién levantó la voz, quién protestó?
Quizás es que muchos teníamos la secreta esperanza de beneficiarnos de tanta “generosidad” –despilfarro fraudulento y delictivo– con el dinero público.
Ser cristianos de “bodas, bautizos y comuniones”, o sólo de cultos y adoraciones, no es ser cristiano. Seguir a Cristo es querer estar con Él día a día, y construir entre todos, con justicia y prudencia, un mundo más digno.

(Lucas 9,18-24) “EN EL evangelio está claro, de nada vale decir: “Señor, Señor”, si no nos llenamos del Espíritu de Jesús y no vamos haciendo, en nuestras circunstancias y con nuestras limitaciones, lo que Él hizo.

 

No hay fe verdadera sin seguimiento de la vida y la persona de Cristo.¿De qué nos sirve ahora quejarnos de la crisis, cuando hemos estado callados años y años con los abusos y las injusticias que la han propiciado? ¿De qué sirve quejarnos de los políticos si nunca vamos a cambiar el sentido de nuestro voto y si no vamos a participar en nuestra sociedad para que vaya cambiando?

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¿De qué sirve decir que queremos una sociedad más justa si no hacemos nada por construirla? ¿De qué sirven nuestras buenas intenciones si no se concretan nunca en ninguna lucha transformadora?

Cuando subían de manera desorbitada los precios de las hipotecas, ¿cuántas manifestaciones se convocaron para protestar con la esclavitud a 40 años de tantos y tantos jóvenes? 

Quizás es que los de la construcción cobraban mucho más de lo que podían haber imaginado, y unos por otros callábamos. Cuando nos enterábamos que quien perteneciera al Partido se colocaba de inmediato, ¿quién levantó la voz, quién protestó? Quizás es que muchos teníamos la secreta esperanza de beneficiarnos de tanta “generosidad” –despilfarro fraudulento y delictivo– con el dinero público.Ser cristianos de “bodas, bautizos y comuniones”, o sólo de cultos y adoraciones, no es ser cristiano. Seguir a Cristo es querer estar con Él día a día, y construir entre todos, con justicia y prudencia, un mundo más digno.

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