Y después se quejarán…

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EEn un intento de explotar el filón y de exprimir al máximo a Flipy, el científico loco, ese personaje que ha encumbrado el programa de Cuatro, El hormiguero, o quizás en un desesperado intento de reflotar un programa que cada vez está un poco más hundido en las audiencias, se estrena esta insufrible e insoportable película, que intenta ser divertida y provocar carcajadas, pero que aburre a las piedras, con chistes sin gracia, mil veces vistos ya, y una caterva de intérpretes que (sin excepción) han tenido mejores ocasiones para lucir su trabajo.
Flipy es un niño de doce años torpe y canijo, enamorado de su profesora, Violeta. Después de tomar unas píldoras ideadas por su padre (un científico alocado, Pedro Reyes retomando el personaje del propio Flipy en el programa de TV) despierta  con cuerpo de adulto. Tras la sorpresa inicial, se marcha con sus compañeros de clase (salvo su mejor amigo, Jeremías, que ha repetido seis veces el mismo curso, ninguno parece darse cuenta del cambio, ¿tan invisible resultaba antes?) a un campamento de verano, dirigido por Don Carcajón, para convertirse en un cómico de éxito. Allí tratará de conquistar a su amada, aunque tenga que enfrentarse al malvado Carcajón.
Campamento Flipy es la demostración empírica de por qué el cine español no obtiene las mismas cuotas de pantalla que las películas americanas. El argumento no es más que una sucesión de momentos de otras películas, situaciones ya vistas, y concatenadas aquí, sin mucho acierto en la mayoría de ocasiones: desde el niño que quiere crecer y (por el motivo que sea) despierta un día convertido en adulto (Big es uno de los numerosos ejemplos), a ese plano final (copia descarada, hasta en los diálogos -”hay un problema con tus hijos”, o “donde vamos no necesitamos carreteras”) con el que también se cierra Regreso al futuro. Ello sin entrar a considerar el tema de que la profesora se sienta atraída por un crío de doce años (independientemente de su aspecto, ella sabe que es alumno suyo, sabe la edad que tiene, y con las múltiples noticias que nos inundan últimamente con casos de pederastia no parece lo más adecuado).
No hay ni una sola idea original, hay secuencias (el duelo de chistes, por ejemplo) que se hacen larguísimas (sobre todo porque ninguno de los que se cuentan tiene la más mínima gracia); incluso hay momentos en los que falla la parte técnica (desigualdades lumínicas en varias escenas)… Ni siquiera los chicos de Muchachada Nui consiguen levantar esta película, que es lo peor que se ha visto desde Pepperminta, la cinta que cerró el pasado Sevilla Festival de Cine (con la que también comparte diversos momentos escatológicos). Con la diferencia de que aquella era al menos original, aunque sólo fuera en el aspecto visual.
Y después se quejarán de que el cine español baja en su audiencia. Con cosas como ésta no es extraño.

1901CAMPAMENTO FLIPY

En un intento de explotar el filón y de exprimir al máximo a Flipy, el científico loco, ese personaje que ha encumbrado el programa de Cuatro, El hormiguero, o quizás en un desesperado intento de reflotar un programa que cada vez está un poco más hundido en las audiencias, se estrena esta insufrible e insoportable película, que intenta ser divertida y provocar carcajadas, pero que aburre a las piedras, con chistes sin gracia, mil veces vistos ya, y una caterva de intérpretes que (sin excepción) han tenido mejores ocasiones para lucir su trabajo.

{xtypo_code} España, 2010 (80′)Director: Rafa Parbus.Producción: Sergio Ruiz.Guión: Alfredo Díaz, Flipy, Luis Gamboa, Antonio Trashorras.Fotografía:  Javier Cerdá.Música: Jorge Magaz.Montaje: Rafa Parbus.Intérpretes: Flipy (Flipy), Carlos Areces (Jeremías), Eloi Yebra (Lorenzo), Pablo Carbonell (Don Carcajón), Marta Belmonte (Violeta), Ernesto Sevilla (Cirilo), Raúl Cimas (Galarza), Omar Muñoz (Flipy, niño), Pedro Reyes (Padre de Flipy), Rosario Pardo (Madre de Flipy).{/xtypo_code}

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Flipy es un niño de doce años torpe y canijo, enamorado de su profesora, Violeta. Después de tomar unas píldoras ideadas por su padre (un científico alocado, Pedro Reyes retomando el personaje del propio Flipy en el programa de TV) despierta  con cuerpo de adulto. Tras la sorpresa inicial, se marcha con sus compañeros de clase (salvo su mejor amigo, Jeremías, que ha repetido seis veces el mismo curso, ninguno parece darse cuenta del cambio, ¿tan invisible resultaba antes?) a un campamento de verano, dirigido por Don Carcajón, para convertirse en un cómico de éxito. Allí tratará de conquistar a su amada, aunque tenga que enfrentarse al malvado Carcajón.Campamento Flipy es la demostración empírica de por qué el cine español no obtiene las mismas cuotas de pantalla que las películas americanas.

El argumento no es más que una sucesión de momentos de otras películas, situaciones ya vistas, y concatenadas aquí, sin mucho acierto en la mayoría de ocasiones: desde el niño que quiere crecer y (por el motivo que sea) despierta un día convertido en adulto (Big es uno de los numerosos ejemplos), a ese plano final (copia descarada, hasta en los diálogos -”hay un problema con tus hijos”, o “donde vamos no necesitamos carreteras”) con el que también se cierra Regreso al futuro. 

Ello sin entrar a considerar el tema de que la profesora se sienta atraída por un crío de doce años (independientemente de su aspecto, ella sabe que es alumno suyo, sabe la edad que tiene, y con las múltiples noticias que nos inundan últimamente con casos de pederastia no parece lo más adecuado). No hay ni una sola idea original, hay secuencias (el duelo de chistes, por ejemplo) que se hacen larguísimas (sobre todo porque ninguno de los que se cuentan tiene la más mínima gracia); incluso hay momentos en los que falla la parte técnica (desigualdades lumínicas en varias escenas)… Ni siquiera los chicos de Muchachada Nui consiguen levantar esta película, que es lo peor que se ha visto desde Pepperminta, la cinta que cerró el pasado Sevilla Festival de Cine (con la que también comparte diversos momentos escatológicos). Con la diferencia de que aquella era al menos original, aunque sólo fuera en el aspecto visual. Y después se quejarán de que el cine español baja en su audiencia. Con cosas como ésta no es extraño.

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