Maggy entre tutsis y hutus

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Situado al Este de África central se encuentra Burundi, un pequeño Estado de apenas 28.000 Km cuadrados de superficie. Es vecino de la República Democrática del Congo, Ruanda y Tanzania. País de clima continental cuya capital Bujumbura se asoma al lago Tanganica. Burundi está dividido en 15 provincias.  
La población se reparte entre dos etnias bien diferenciadas. Los tutsis, dueños de las riquezas y que detentaron tradicionalmente el poder y los hutus quienes sufrieron una situación de vasallaje durante muchos años respecto a los tutsis, no obstante ser los tutsis solamente el 15% de la población y los hutus el 84%. Los pigmeos están en minoría absoluta, una población de sólo 1%.

El 65% es de religión católica. Los primeros misioneros llegaron en 1922. El resto se reparte entre evangélicos y musulmanes. Burundi fue primero parte de las colonias de Alemania en África. Pasó después a Bélgica que le dio el carácter francófono  y posteriormente la filiación a las ayudas europeas al desarrollo.

En 1962 consiguió la independencia. En el 72 hay luchas tribales entre las dos comunidades. De 1994  a 2004 murieron 300.000  personas en su mayoría civiles. En febrero de 2005 se hizo a la población una consulta para una nueva constitución y reparto de poder entre hutus y tutsis en la Asamblea Nacional, 60 y 40 % respectivamente y al 50%  en el Senado.
Este es el entorno en el que se desarrolla la vida de Margueritte Barankitse, más conocida entre los burundeses como Maggy  “el ángel de Burundi” que el pasado mes de enero fue distinguida en Madrid con el premio Mundo Negro a la Fraternidad 2008.

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Maggy estuvo presente en su país en las matanzas de los años 72, 88, 93 y en las últimas ya en el presente siglo. Ella es tutsi, pero defendió las razones de unos y de otros. Fue acusada de traición por los de su etnia y apaleada por defender a los hutus.

Habiéndose refugiado un numeroso grupo de hutus en el obispado, Maggy parlamentó con los tutsi sin éxito y vio impotente como morían todos dentro de la casa incendiada. A partir de este momento y en la creencia cierta de que era posible el entendimiento entre los dos bandos, decide entregar su vida a la solución y mediación de este conflicto y funda “La casa de la paz”. Se trata de una ONG de carácter local en la que diez mil niños victimas de la guerra, huérfanos, niñas que estuvieron en la prostitución, niños soldados y enfermos son acogidos, educados y promocionados a la reinserción en la vida ciudadana.

Entre los acogidos no hay distinción entre hutus o tutsis. Su tesis es que es posible la convivencia entre ambos. Maggy ha sufrido amenazas y varios atentados, pero también ha recibido muchos galardones de Naciones unidas, Consejo de Europa y también de España.

De otra parte es además fundadora de “La Ciudad de los Ángeles”, un centro social para la atención de los jóvenes y su formación profesional. Últimamente prepara la inauguración de un hospital. Todo ello ha proporcionado atención a 45.000 niños y jóvenes en los años de su dedicación a la mediación.

Cuando se le pregunta como consigue dinero para tanta empresa, contesta diciendo que ella no va sino que los colaboradores vienen. Es una mujer de una valentía y una fe fuera de lo habitual. En 2003 en una entrevista en la Revista “Mundo Negro”, decía: “No puedo  no hablar de Dios. Es Dios quien me da la fuerza. Si no, me volvería loca. Creo en Dios y sé que el mal no dirá la última palabra porque el amor es invencible”. Se siente feliz cuando comenta “mi vida es como la eucaristía en la calle”.

Ver en Google muy abundante información en “Margueritte Barankitse”

 

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