Culpables

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“Ese es el hombre”: Lo más costoso, a la hora de comunicarnos las personas, es hablar de nosotros mismos. A la época en la que nos encontramos se le ha llamado de la comunicación. Muchas personas de nuestro entorno nos pasamos largas horas del día enganchados a la televisión, a los periódicos, a Internet con el afán de estar informados de todo lo que sucede en este planeta. El caso es que no siempre hacemos el discernimiento correcto respecto de la fuente de la que parten las noticias, de los intereses que se esconden detrás de las formas de hacerlas llegar al gran público y del porqué se dan esas noticias y no otras, que también suceden incluso en el mismo lugar en el que se han producido las que nos hacen llegar.

 

El asunto se descontrola todavía más cuando se trata de encontrar al protagonista o protagonistas de tal o de cual suceso. Si el asunto del que se trata es merecedor de la aprobación y de las alabanzas de los demás, no faltan personas o colectivos que se apunten a ser los autores de tal logro o avance, del tipo que sea.

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Pero la cosa cambia muchísimo cuando se trata de algún suceso negativo o ha sido producido por la falta de previsión o por no haber tomado las medidas oportunas cuando alguien ya había avisado de que eso podía ocurrir. Entonces nadie quiere hacerse responsable de lo acontecido; todos echamos balones fuera, miramos para otro lado o acusamos de negligencia a otras personas.
En este tema, como muchos otros de la vida humana, conviene que las personas y los grupos nos detengamos y reflexionemos sobre lo que está aconteciendo en nuestro entorno cercano y en el más alejado de nuestra vida cotidiana, pero que también está condicionado por nuestra forma de vivir y de relacionarnos.

Todos y todas hemos de asumir nuestra responsabilidad a la hora de optar por un estilo de vida u otro, teniendo en cuenta nuestras capacidades, las oportunidades que la sociedad nos presenta, el medio ambiente de todo el planeta, las condiciones de vida de las personas de todos los pueblos y de todas las razas.
No se trata de seguir la corriente y posteriormente buscar las justificaciones necesarias para salvaguardar la mala conciencia. Se trata de partir del análisis de la realidad y tomar las decisiones pertinentes para que, entre todos, lo podamos transformar.
Cada cual, aprovechando cada una de las oportunidades que la vida nos presenta, debemos desarrollar lo mejor que podamos nuestras capacidades; ponerlas al servicio de todos para lograr juntos el mayor bienestar económico y así crear las condiciones que hagan posible una mayor realización humana de cualquier persona.

Esto supone que cada uno de nosotros, en la vida cotidiana, vamos a fijarnos sobre todo en aquellas personas que potencian lo humano; especialmente en las que, desde proyectos colectivos, apoyan a los que tienen menores posibilidades de desarrollo.
Si somos cristianos practicantes, ¿qué es lo que de verdad practicamos?

 

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