El objetivo es llegar a la clave del problema y facilitar su superación
El Programa de Familia que Cáritas Arciprestal está implantando en la ciudad de Dos Hermanas se encuentra en su primera fase. Su fin es promover una intervención que genere un proceso de superación de las dificultades de convivencia familiar y la prevención o erradicación de sus consecuencias en los menores. Según Antonio Cid, coordinador de la vocalía, “lo que pretendemos es que las familias afronten su situación, se reorganicen y sean competentes para superar los obstáculos”. De esta forma se mejora la atención realizada, apoyando y acompañando a los equipos de las Cáritas Parroquiales, mediante un trabajo de coordinación interno y externo.
Las familias que se atenderán desde la nueva apuesta de Cáritas son aquellas, según Cid, “con graves patologías y problemas que resulta imposible afrontar desde la atención primaria, ya que necesitan un trabajo constante y especializado”.
Son núcleos familiares con una situación de desventaja económica con hijos menores a su cargo. Precisamente, en estos casos, en los que haya menores de por medio, es por donde va a iniciarse el trabajo de Cáritas, una vez se supere esta fase inicial de darlo a conocer a través de las diferentes parroquias, desde donde deben derivarse los casos concretos.
Este programa, según Cáritas Diocesana de Sevilla, se hace necesario porque el trabajo desde los equipos parroquiales e institución adolecen de falta de planteamiento y de unos criterios, trabajando sin ir a las causas profundas ni trabajar en clave socioeducativa. Asimismo, las respuestas que se dan en las Cáritas parroquiales, en muchas ocasiones, crean dependencia y cronicidad en las situaciones de deterioro, carencia y marginación que sufren las familias.
Metodología de trabajo
Antes de iniciar el trabajo con cada una de las familias aceptadas dentro de este nuevo programa, se estudiará su problemática, diseñando un proceso educativo que tenga en cuenta la causa de la problemática general. Para ello, Cáritas apuesta por una metodología en la que se trabaje con la familia y no para la familia, de una manera cercana.
El primer paso del proceso metodológico es el acercamiento a la familia, que ha acudido a las Cáritas parroquiales realizando alguna demanda. Un trabajador social de la zona en cuestión, junto a algún voluntario, realiza un estudio y valoración diagnóstica del caso, teniendo en cuenta: un diagnóstico del perfil familiar, de la demanda, de la situación sociofamiliar, del funcionamiento familiar, del grado de adecuación del cuidado de los menores, y de la relación con los recursos sociales.
La tercera fase es un plan de intervención, que elabora y formula los objetivos, teniendo en cuenta un orden prioritario. El plan parte de las evaluaciones realizadas y de la identificación de las deficiencias y aspectos positivos. Para Antonio Cid, “es imprescindible resaltar la importancia de dichos aspectos para que amortigüen los efectos de los factores de riesgo”.
Luego le sucede el desarrollo de la intervención cuyo fin es modificar la situación de la familia de forma consciente y voluntaria. “La eficacia de esta fase se valora desde Cáritas si se percibe que se van produciendo cambios”.
A la hora de intervenir hay que tener en cuenta que se debe respetar a las personas y al sistema familiar, entrando sólo hasta donde ellos quieran. La intervención se hace desde diferentes dimensiones: asistencial, educativa, sanitaria, social y relacional, y socio-laboral.
El programa concluye con un seguimiento y evaluación, que pueda permitir en un momento dado reorientar o redefinir el transcurso de la intervención.
Financiación
Para la puesta en marcha del programa de familia se está obteniendo la financiación del fondo diocesano, así como de la subvención del programa Caixa Proinfancia de la Fundación La Caixa. Los recursos humanos están compuestos por un equipo técnico de diferentes profesionales y un equipo de voluntarios.
Objetivos
Los objetivos concretos del Programa de Familia pasan por superar las carencias indivuales, sociales y familiares; mejorar los hábitos y organización domésticos; fomentar el apoyo escolar y educativo; mejorar la relaciones interpersonales de la pareja; lograr un aprendizaje de compromiso en distintas áreas; coordinarse con el resto de agentes sociales; así como implicar a los voluntarios en la atención y seguimiento de las familias del programa.