Rocío Jurado

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La primera gala del pasado día 29 en el auditorio fue más de lo mismo: mala organización por parte de Canal Sur y demás agregados. ¿Cómo se puede invitar a una ciudad tan grande como Dos Hermanas para ver algo de lo que ya estábamos saturados durante un año?

 

Acceso a las 21:00 horas, no fue verdad. Llegamos al parque a las 20:20 de esa tarde calurosa y ya llegaba la cola al quinto pino. No nos dejaban entrar hasta las 21:00,ya que todavía estaban organizando no sé qué, puesto que no nos enterábamos de nada. Las vayas nos prohibían la entrada de una manera vergonzosa con la autoridad sujetándolas. Pero lo peor de todo fue cuando, según parece, llegó un autobus cargado de gente de Chipiona, y enseguida la policía o guardias jurados o quienes fueran, corrieron las vayas para que pasaran todos. Allí quedamos como basura, por no decir otra cosa más fea, hasta las 21:30. No éramos de Chipiona y allí quedamos. Y a lo mejor venían cobrando para aplaudir.

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Una buena amiga mía, Mari Luz, pidió por favor a uno de los mandones que la dejaran entrar para poder sentar a una amiga nuestra, Nery, porque no podía estar tanto tiempo de pie. Le contestó el buen samaritano: "si no se puede venir a los sitios pues no se viene". Eso no es así, ¿qué me queda?, ¿enterrarla?, le contestó Mari Luz. Estaba indignada, y al final le dio una silla. ¡Qué amabilidad! Y yo animándola para que salga de su piso sin ascensor, con el trabajo que le cuesta y lo mal que se encuentra.

Ya dentro de nuestro querido auditorio, todavía nos quedaban las subidas y bajadas hasta encontrar nuestros asientos (pués no estaban numerados). Y todo eso trepando a gatas por las escaleras, sin esos barandales que todavía no han tenido tiempo de poner. Pero así y todo, cuando ya descansábamos de nuestros sofocones, llegan dos chiquillas muy alborotadas, diciéndonos: "iros para allá que ahí no podéis estar, que no vais a salir en la tele". Y ¿quién le ha dicho a ustedes que nosotros queríamos salir en la tele? De aquí no nos movemos para nada, dije, y los demás también. ¿Por qué estaban libres esos asientos, si no se podían ocupar? Fue todo de vergüenza, esperando que se hiciera de noche.

Ya a las 22:30 horas pasadas, empezó la funesta fiesta. ¡Aplaudir, a ver cómo suenan esas palmas!, la gente obediente aplaudió más o menos. Nosotras, estábamos para aplaudir…Y empezó la gala, y ahí estaba María del Monte con tanto dolor, la sobrina llorando, Rocío Jurado que en paz descanse anunciando su penosa y grave enfermedad, la hermana por teléfono, su hermano contando penas… Para eso no se invita a nadie, ya que todo se tenía más que sabido.

El entierro tampoco se les olvidó ponerlo. En fin, después de cantar María Carrasco, esa niña que lo hace tan bien, llegó Ortega Cano, el complemento para seguir contando el cuento de ‘Alí Baba y los cuarenta ladrones’. Ya no pudimos aguantar más y nos fuimos.

Según parece, se fueron bastantes personas y el auditorio quedó un poco solitario. Al día siguiente nos enteramos de que hubieron buenos artistas, que terminó tarde y con fresco. Y nosotras, lo sentimos, quedamos todas muy disgustadas de verdad.

Aprovecho esta carta para perdir que se instalen unas barandas, tanto en el teatro como en el auditorio, para que todas las personas discapacitadas y mayores, que tenemos poca estabilidad, podamos subir y bajar por tantas escaleras sin el riesgo de caer en rodando.

 

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