Las palabras y el silencio

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Supongo que le sucede a mucha gente, uno tiene muchas cosas que decir y no sabe muy bien por donde empezar, como habrán podido intuir, por las obras y por otros menesteres, se están acercando las elecciones municipales. 

Aprovechando dicha ocasión me gustaría hablar de la palabra y el silencio. Como ya sabrán, algunos políticos y personas tienen un don especial, son maestros en el arte de hacer que las personas crezcan pasando de niños a adultos, y de súbditos a ciudadanos. Existen grandes ejemplos dentro de la historia universal, Gandhi, Sócrates, Jesucristo, etc, hay otros muchos que aún no siendo tan conocidos universalmente, pero que saben administrar bien la retórica, el sofisma y la dialecta a veces corrosiva cuando se trata de la palabra y el poder, pues como saben, los viejos políticos deben poseer habilidades para dar y regalar y poder descabalgar al posible adversario.

Es por ello que el tiempo me enseñó aquello que dijo un gran poeta, después de perderlo todo ¡nos queda la palabra!. Además precisemos un poco, no es la política la que retuerce las palabras, o no solo ella, sino también el poder y los intereses, todos ellos en proporción geométrica a su importancia, claro está. Es por ello que siempre me han incomodado los juicios universales, pues estos sirven nada más que para decir que todos somos responsables de todo, es decir, que nadie es responsable de nada.

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Por ello soy de los que piensan, y todos lo estamos viendo, cómo algunos usan y abusan de las palabras para lo que les convengan. Sea bueno si cabe, regular si hace falta, y malo si no nos queda más remedio. Por ello como cité anteriormente, a algunos nos queda todavía la palabra, y también el silencio, del cual también leí en algún libro que ahora no recuerdo, solo somos dueños de nuestros silencios. Pero esto, según y cómo. Cuanto menor es el eco que logra en nosotros el eco de los demás, mejor aún, cuanto menor es la confianza que tenemos en el otro, los otros, deseen, amen y se empeñen en hacer la verdad, más fácil será que el silencio nos tiente, como oportunidad de defensa frente al miedo, cuando no, ¡ay que pena!.

Como identificación o simple acomodación a lo que hay, ya me entienden, son muchos los años que un mismo partido lleva gobernando esta ciudad, y otros lo intentan con extrañas artimañas y novedosa forma de hacer campaña política como es esa que dice "VOTARME, votarme y os prometo que habrá cerveza gratis para todos". Extraña y un poco temerosa forma de hacer política e intentar comprar voluntades, y en la que seguramente algún incauto caerá.

Pero, ¡cuidado con el silencio! Porque el silencio con significados de resistencia activa no violenta, frente al abuso de turno y a veces también frente a la violencia que se amamanta en el mismo propósito de dominio de voluntades y sobre la ciudadanía, tan legítimamente soberana como diversa, ese silencio también puede ser oportunidad de propuesta y de justicia. Pero debe ser expresada de algún modo, ya sea éste novedoso o convencional, lúdico o escrito. Silencio expresado como propuesta clara, firme y fuerte. Algo parecido a lo que hizo el Quijote. Por cierto "Quijote", según el diccionario; hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada, comprometidamente en defensa de causas que considera justas, desgraciadamente sin conseguirlo.

Esperemos que esta vez, el vino a granel para estómagos satisfechos, no haga mella de forma miedosa o agradecida en forma de silencio. Silencio cómplice al fin y al cabo. Recuerden, día 27 de mayo, Elecciones  Municipales.

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