“Eloí, Eloí, lammá sabactani”

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Asi gritaba Cristo, el día en que iba a morir y clamaba al cielo llamando a nuestro Padre. Lo llamaba Abba, que es algo asi como Padrecito. 

Así me gusta llamarlo a mi también, ya que el Padre esta al lado de todos aquellos que sabemos abrir nuestro corazón para oír cómo nos llama a anunciar su Reino.

Un día, entré a formar parte de la comunidad cristiana y, poco a poco, mis pasos se fueron consolidando en una fuerte fe que me enseñó que Él es el único que tiene las riendas de nuestras vidas y el único capaz de dirigirnos hacia lo que está bien o no.

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Él y no ninguna persona que se quiera atrever a discernir su Palabra sin razón y sin sentido, para luego no llevar a cabo lo que se predica en lugares sagrados.

No sé si debería hablar sobre ello, ya que se han dicho muchas cosas y parece que lo único que queremos es abrir una batalla que no tiene fin, ya que no se llega a un acuerdo, porque los pilares que cierta persona nos enseñó un día que debiamos cumplir, hoy se han perdido.
Nos habían enseñado en catequesis, eucaristías y charlas, que debíamos mantener entre nosotros un amor fraterno, como el día en el que se instituye la Eucaristía, es decir, el Amor que Cristo nos entrega.

Eso no es cierto, porque intentamos seguir esa huella y siempre hay alguien detrás que nos borra lo que hacemos.

Nos enseñaron mil cosas que lo hacían parecer un apóstol del Padre que predica su fraternidad y luego resulta, que cuando hacemos lo que nos enseña, viene detrás y dice que nunca dijo nada de eso.

No hablo sin sentido, pues pese a que después de tantos años entregando mi tiempo, mi cariño, mi buen hacer, etc; me dijeron que no había valido para nada todo aquello que di y que lo mejor era que me diera media vuelta y me dirigiera hacia la calle.
No sólo yo, sino toda mi familia, mis amigos, etc.
Allí donde aprendí quién eras Tú, también aprendí que no estabas en todos los corazones y que cada uno intentaba tomar de Ti lo que le convenía, es decir, hicieron de Ti un Cristo de “chicle”.
Sí, sí, de “chicle”, no se asusten ustedes, que no blasfemo.
Esto significa que a Cristo lo tomamos y lo amoldamos a nuestra conveniencia y cogemos de Él aquello que más nos guste, lo que no, lo apartamos a un lado y hacemos de nuestra fe y religión otra parte con lo que nos viene mejor.
Gracias a Ti mi fe se hizo fuerte en los grupos de fe, a los que pertenezco y en donde la Eucaristía es nuestro pilar más consolidado. La Eucaristía y el Amor a los demás, a los marginados, a aquellos que la sociedad aísla; es decir, aquellos a los que sólo Tú, Abba, tenías a tu lado, pese a que te insultaran y hablaran de Ti y que, a mí personalmente, no me importa abrazar aunque murmuren.
Quiero decir, que si cada uno de los integrantes de la “verdadera” Hermandad de la Cena trabajamos por un mundo y una sociedad más justa, acudimos a oír la Eucaristía cada domingo y damos todo lo que tenemos (no aquello que nos sobra), ¿por qué nos dicen que en nuestra Hermandad no habia esa directriz?
¿Ya se olvidó de todas las horas que pasamos juntos como esa “gran familia” que eramos y de la que parecia presumir a voz en grito?
Hoy grito Abba, y pido al cielo lo mismo que Tú, en estos dias santos que se nos avecinan: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
No digo como el título de esta carta, ¿por qué me has abandonado?, que es aquello que vosotros, los que este Jueves sacasteis a “Nuestra Hermandad”, decís y blasfemáis por las calles de la ciudad, porque no habéis conseguido todo aquello que queréis.

Lo que no entiendo, es porque sale la Santa Cena con tal cortejo, ya que dicho cortejo salió también a las calles diciendo barbaridades como motivos, para hacernos creer que una hermandad no era necesaria, que todo era producto de querer obtener mas beneficios propios y creo que los beneficios los quiere sacar ahora la supuesta Junta Rectora para no encontrarse solos en una iglesia, que se construyó con el sudor de tantos hermanos feligreses que dejaron ahí su piel, después incluso de volver del trabajo, y que ahora no son bien recibidos.
Sólo espero que algún día, no tenga que hacer como mi Abba y agacharse para hacerse hombre como nosotros, para pedir perdón de rodillas, por sus malas obras, pero si lo hace, estaríamos dispuestos a perdonarle, ya que  mi Abba, nos enseñó eso, que hay que perdonar a todo el que tenemos al lado, aunque nos intente pisotear.

Saldrá, la Cena, sí, saldrá y habrá quien vaya a verla y habrá quien la acompañe, pero el corazón de la “verdadera” Cena, estará en cada uno de aquellos que pusieron las primeras piedras, en aquellos que lucharon  para que todo saliera bien la primera vez, en aquellos que lloraron cuando vieron el gran sueño conseguido y concedido por Ti y que hoy nos arrebata quien dice ser hijo tuyo, en aquellos que hoy no vestiran sus trajes de nazarenos, ni haran Estación de Penitencia. Eso sí, no la harán tras de los pasos, pero si tras Tus pasos Abba, en una Oración a Jesús Sacramentado en la Hora Santa.

Estas cosas, son acciones desesperadas que hacen las personas que se ven solas, aquellas que un dia creyeron que le arrebatarían su parroquia, sus terrenos, su dinero, sus feligreses y que hoy echa a la “verdadera” Cena y la saca él a la calle, para creerse el mismo que no esta solo y lo que no sabe es que el pueblo de Dos Hermanas ahora es cuando lo va a dejar solo, en la miseria del Amor.

Por ello, le deseo suerte en esta vida, que es una larga Estación de Penitencia, en la que todos debemos intentar ser mejores, pero no a costa de los demás.

Abba, hoy sé, que nunca nos abandonaste, sino que te quedaste con nosotros para siempre y que alli donde nos quitaron lo que anhelábamos, nos dio brazos y corazones para comenzar nuevos caminos donde crear amor fraterno y compartir la Cena con aquellos que nunca tuvieron nada.

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