El peso de la culpa

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Es  fácil –y resulta cómodo- pretender vivir tranquilamente, sin tomarnos en serio la vida. Echar las culpas de todo a los otros es una irresponsabilidad incalificable, pero pretender que todos tenemos la culpa de todo, es otra forma de irresponsabilidad, porque ya se sabe que “ mal de muchos, consuelo de tontos”. De manera que lo correcto, lo que hay que hacer es cargar cada uno con su propia responsabilidad y, en su caso, con su culpa. 

No es responsable culpar a los gobernantes de todos los males que aquejan a la sociedad, como no es responsable cargar las tintas contra todas las disposiciones de los obispos o del Vaticano. Por supuesto que la autoridad tiene su propia responsabilidad; pero, tratándose de ciudadanos libres, las decisiones de los que gobiernan no anulan la responsabilidad de los que obedecen. Hacer las cosas sólo “porque están mandadas”, sin discernir la racionalidad de lo mandado, es también irresponsabilidad.

Los profesionales de la información, que tan perspicaces y expeditos son a la hora de seleccionar la noticia, denunciar los casos de corrupción y apuntar hacia los supuestos culpables, deberían tener muy presente que ellos en modo alguno pueden quedarse como espectadores, impasibles ante lo que pasa,  ajenos a la realidad cuestionada. La conciencia nos hace a todos solidarios en el bien y en el mal. Por eso podemos ser diferentes, amorales, irresponsables.

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Acabar con los delincuentes no es acabar con la delincuencia, pues el delincuente no hace, se hace. Y la cuestión está en saber quién hace al delincuente, que situaciones personales y sociales o estructurales. Eso de que” el que la hace la paga”, que tan demagógicamente definimos, falla porque a la hora de la verdad el que la paga no siempre es el que la hace, sino al que lo cogen. Y no es lo mismo, como todo el mundo sabe.

Los delincuentes no carecen de responsabilidad y deben cargar con su culpa, mas no con la nuestra. Lo primero es de justicia, lo segundo también. Por eso, frente a la actitud irresponsable de señalar con la mano a los otros, está la responsabilidad y la honradez de llevarse la mano al pecho. Nada de tirar la piedra y esconder la mano, porque “el que esté libre de culpa …

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