Porque soy de Estados Unidos y porque vengo de una familia que habla español en casa, estudiar en España ha sido una experiencia muy interesante para mí. Soy de Santa Bárbara, California, donde el español se habla por todas partes.
La lengua española es bellísima. Aquí, como en otros países, se produce un fenómeno consistente en que el idioma español no sólo lleva aparejada una cultura, sino un cúmulo de ricas culturas. En cada sitio, en cada idioma, hay diferentes dichos y hechos. Antes de venir a España, todos me dijeron que el español de los españoles es muy diferente del español que yo aprendí: español mexicano.
Al llegar a España, mis profesores me hablaban usando la forma pronominal vosotros: “vosotros aprenderéis el español mejor de lo que ya lo habláis.” “¿¡Qué!?”, respondí. Sabía lo que me querían decir, pero no sabía cómo usar la forma vosotros, porque no estaba acostumbrada; y les voy a decir la verdad, todavía no lo estoy.
No sólo es la forma vosotros, que es diferente para mí. Palabras que me son familiares, no siempre son utilizadas por los españoles y viceversa. Por ejemplo: el ascensor se llama elevador en Mexico; patata es papa, boli es pluma y fregar es lavar.
La comida española también es diferente. En lugar de usar salsa picante como en México o ketchup como en Estados Unidos, aquí el aceite de oliva es el ingrediente fundamental.
Las costumbres españoles son diferentes a las mías, porque no sólo estoy hecha a las de México, por parte de mis padres, sino que también estoy acostumbrada a los usos de Estados Unidos.
Antes de venir a España, nunca hubiera pensado que con mi visita para mejorar mi español, también aprendería el español de otra manera en conjunción con la bonita cultura española.