Misteriosas noches nórdicas

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    En verano escribí sobre las llamadas “Noches Blancas” que son muy típicas en latitudes próximas al círculo polar ártico y al círculo polar antártico. Consiste en que el sol es visible las 24 horas del día en las fechas próximas al solsticio de verano, y es una experiencia muy especial cuando no se ha vivido nunca. Bueno, pues en invierno, existe el fenómeno opuesto y es que los inviernos nórdicos suelen ser muy largos y oscuros. O sea que si en verano no podía dormir debido a la luz de las “Noches Blancas”, ahora también me cuesta conciliar el sueño porque las misteriosas noches del invierno son muy enigmáticas. Tanto las “Noches Blancas” del verano, como las “Noches Oscuras” del invierno se aprecian mejor mientras más al norte de Suecia y de Escandinavia en general se vaya.

    Un fenómeno muy característico de estos inviernos suecos es la aparición de la llamada “Aurora Polar”. La aurora es un brillo o resplandor que aparece en el cielo nocturno, normalmente en zonas polares, de ahí el nombre. En el hemisferio norte se le denomina “Aurora Boreal” y en el hemisferio sur “Aurora Austral”, pero no hay diferencias entre ambas. El nombre proviene de Aurora, la diosa romana del amanecer y de la palabra griega Boreas que significa viento.

    La aurora polar empieza con un viento solar, que es cuando el sol emite partículas con carga positiva (protones) y con carga negativa (electrones). Estas partículas cargadas procedentes del Sol chocan con los átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera de la tierra. Esta colisión produce una energía en forma de luz visible y esa luz es la aurora polar.

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    Las auroras polares no sólo ocurren en la tierra, sino también en otros planetas del sistema solar como en Marte, Saturno y Júpiter.

    Estas auroras tienen distintas formas, colores y brillos, pero todas son espectaculares y merece verdaderamente la pena observarlas. Los colores y su intensidad dependen de las partículas del viento solar y de su nivel de energía: hay tonos azules, verdes, rojos, violetas y amarillos entre otros.
    Parece que el cielo de la noche se ha abierto para enseñarnos un arco iris nocturno y que se mueve en tonalidades de neón. Este espectáculo de colores combinado con el frío, el silencio y el vacío del norte es una experiencia impresionante.

    Y me gustaría despedirme esta vez dedicando la columna a mi madre, que se llama Aurora.

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