El sábado día 9 de noviembre, mi hijo Carlos de seis años, su amigo Pablo, la madre de éste y sus abuelos, fueron atropellados por un coche en el paso de peatones de una de las rotondas junto a Carrefour; afortunadamente no hemos tenido que lamentar nada irreparable y todos están todavía con nosotros, con sus familias y amigos. Lo que sentí en esos momentos, en que pensé que mi hijo… en fin, creo que no olvidaré nunca esos eternísimos veinte o treinta minutos hasta que me convencí de que no era nada grave.
Si he decidido dirigirme a su periódico, es para manifestar mi agradecimiento con todo mi corazón, a aquellas personas anónimas que nos ayudaron y que reflejan todo lo bueno que llevamos dentro.
A los que nos calmaron y atendieron hasta que vinieron las asistencias policiales y médicas, a los que en esos momentos y porque fue lo único que nos podían dar, nos abrazaron y estuvieron con nosotros. A ese médico joven, que no sé su nombre, pero al que nunca olvidaré, que atendió a mi hijo, a su amigo y a su familia en los primeros momentos de angustia. Gracias, muchas gracias.
