Paisajes humanos

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Este fin de semana he ido a mi pueblo, había una Feria de muestras, un paisaje artificial donde contemplar el panorama empresarial. Allí me he encontrado a dos buenas amigas de la infancia y de la juventud, al frente de los escaparates de sendas pymes. La empresaria A (podemos llamar Ana) copropietaria y trabajadora de un comercio familiar de estilo tradicional, con muchas jornadas de trabajo de quince horas,  cobrando y pagando bajos salarios, sin vacaciones completas ningún año. Empresa bien saneada en la actualidad que les permite coche, casa propia, piso en la playa aunque no puedan ir…La empresaria B (Beatriz) copropietaria y trabajadora  de una industria de estilo moderno competitivo, con vocación de alta rentabilidad; sin vacaciones  tampoco.

Se les llena la boca hablándome de los progresos obtenidos gracias al enorme sacrificio y esfuerzos empleados; -¿has escuchado el CD de Bebo y el Cigala que te regalé?, le dije. – ¡Uf! No he tenido tiempo, caigo rendida cuando llego, y los fines de semana con la casa, la ropa…no tengo tiempo pa ná  -¿Y Juan, sigue socio del club de fútbol? -¡Claro, y no se pierde un partido¡ Mi amiga Ana ha engordado enormemente por la ansiedad (aunque ella no dice esa palabra) –“no puedo dejar de comer a todas horas”. Mi amiga Beatriz está a la moda Barbi (talla anoréxica) –“casi nunca  puedo comer en casa, como a salto de mata”. Se muestra preocupada porque piensa que hace perder a la empresa cuando se mueve de su puesto, – estoy mal acostumbrada, a veces yo misma puedo ser un estorbo para la empresa. Le digo: ¿pero y tu problema con las varices si estás todo el tiempo en un sitio?, me contesta: debemos rendir al máximo y lo que la empresa necesite. Como máquinas altamente eficientes (pienso tristemente).

No  hablamos  de inquietudes personales, vida familiar, cultural… aunque algo me comentaron sobre dificultades escolares de sus hijas:    -ya sabes, trabajando los dos todo el día no hay quien las controle. Me traje cuarenta regalitos, la mayoría  inútiles  pero no quise hacerles perder el tiempo contrariándolas. Supe que no podían permitirse el lujo de tener tiempo para “otras cosas”, sólo lo tienen los/as empresarios/as que están en la punta de la pirámide, y ellas aún tenían algunos peldaños para escalar, quizás dentro de unos treinta años ¿les quedará tiempo entonces para dedicarse a ser ellas mismas? Bajo los trajes caros  y las capas de grasa de la insatisfacción yo quería encontrar a mis queridas amigas de juventud, cuando soñábamos con ser felices, libres e independientes,  no dejarnos atrapar por la tradición de ser esclavas de la casa, o de un marido… ¿olvidaron también que tampoco debíamos hacernos esclavas de un sistema de trabajo abusivo?Evoco un paisaje de pirámides en un desierto: un sistema económico deshumanizado cada vez más, que suma dividendos del consumo sin límites, y sólo es posible con el desgaste de los recursos naturales del planeta condenándolo a su desertización progresiva. Y sueño con que algún día haya más mujeres con fuerza para luchar, no para llegar a la cima de la pirámide, donde sólo caben algunos/as,  sino donde todas y todos quepamos, con nuestros valores e ideales más humanos. No para parecer lobas en un mundo de lobos, y ser en realidad ovejas degolladas; sino para hacer valer nuestros derechos: a ser personas, empresarias o empleadas, trabajadoras con dignidad, no máquinas; nuestro derecho a tener tiempo para educar y ser madres, mujeres libres y felices, compartiendo la carga de casa y familia con nuestros compañeros por igual; y para que nuestras hijas e hijos tengan esos mismos derechos.

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