Congreso Mundial de Expertos en Folklore

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    Dentro de unos días se celebrará en Dos Hermanas el Congreso Mundial del Consejo Internacional de Organizaciones de Folklore y de Artes Tradicionales (CIOFF).

    A esta reunión anual, que se reúne cada año en una ciudad y en un país diferente, asistirán representantes de distintos lugares del orbe, para debatir sobre la salvaguarda, promoción y la difusión de la cultura tradicional y popular. Los países y entidades representadas son los CIOFF de Alemania, Argentina, Bélgica, Canadá, Centroeuropa, Finlandia, Francia, Israel, Luxemburgo, Perú, Reino Unido, República Checa, Suiza, Tailandia, Turquía y España, además de la Comisión Española de Cooperación con la Unesco y el Ministerio de Cultura. Además se cuenta con el apoyo del Excmo. Ayuntamiento.
     

    El CIOFF es un organismo dependiente de la UNESCO, concretamente es una organización cultural internacional no gubernamental (ONG) en relaciones formales de consulta con esta última institución que se fundó en 1970. Cuenta con 90 miembros en los cinco continentes y en cada país existe una Sección Nacional. Si hacemos un poco de historia, el interés por el folklore a nivel internacional aparece en la segunda parte del siglo XX, propiciado por el alza del nivel de vida y será a partir de los años 50 cuando se nota un interés más intenso para la conservación, la reconstitución o al menos por la adaptación de costumbres, danzas, fiestas, cantos, fiestas tradicionales o populares, artesanías de cualquier especie y cualquier manifestación que estuviese amenazada por la desaparición.
    Así, los grupos denominados folklóricos ya establecidos crecen y otros nacen. Cada vez se celebran más festivales en diversos países, pero no en grandes poblaciones, donde era más fácil incentivar a sus habitantes y crear una atmósfera amistosa. Será en la localidad francesa de Confolens, en la región de Charente donde se celebró el primer festival internacional en 1958. El presidente de este festival, Henry Coursaget, toma la iniciativa en 1970 y reúne a ciertas personas, también en su mayoría organizadoras de festivales, conociendo las características de la realización de estos eventos y así fomentar una colaboración eficaz. Los primeros años fueron de gestación y tuvieron como consecuencia intercambios entre países que hasta entonces no tenían relaciones diplomáticas, como por ejemplo España y Polonia. El CIOFF tuvo un alto reconocimiento a nivel internacional y se celebró un primer festival internacional en Tokio y Osaka (Japón) en el que participaron más de 200 personas de Europa.
    La preocupación primordial del CIOFF siempre es el desarrollo de los festivales de folklore. Los espectáculos y conciertos de danzas, cantos y música de los diversos países se mantienen como una herramienta potente e indispensable para atraer a un público lo más amplio posible, al que se esforzará en transmitir los ideales de la organización: fraternidad y comprensión mutua. Desde el principio ha luchado por aportar conocimientos culturales a través de diversas formas: entrevistas, coloquios, artesanías y publicaciones científicas.
    Es así que la proximidad con otras organizaciones internacionales se da y el CIOFF se acerca a la Unesco; ésta aprecia los esfuerzos de la organización y la anima a profundizar aún más en la temática científica y concreta del folklore. A partir de esta fecha se reúnen, sucesivamente, expertos gubernamentales para definir, sobre una base interdisciplinaria, las medidas que permitan preservar la existencia, el desarrollo y la autenticidad del folklore y protegerlo contra los riesgos de deformación.
    Actualmente el CIOFF es un organismo reconocido en el mundo entero por todas las organizaciones de folklore, pero también por los Ministerios de Cultura y por las instituciones internacionales. Al facilitar la organización de festivales en los países donde no hay, se cumple con una gran tarea, tanto en el terreno científico como para la promoción de ideales tan necesarios como la solidaridad entre los pueblos.
    Todo esto supone la participación activa de un gran número de personas que trabajan con entusiasmo y dedicación. Conscientes de que esta tarea hay que prolongarla en el tiempo y salvaguardar lo ya conseguido, una parte importante de la tarea se centra en los más pequeños y en los más jóvenes, enseñándoles no sólo a proteger el patrimonio inmaterial, sino a convivir en un grupo de personas de distintas edades, procedencia y condición, con todo lo que ello significa de educación en valores: tolerancia, autonomía, respeto, trabajo individual y en equipo, esfuerzo… Es así como esta organización ha podido desarrollarse de manera rápida y eficaz, gracias al dinamismo y a la entrega de estas personas que durante muchos años han participado en este proyecto multicultural tan ilusionante.

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