Cofradías

0
- Publicidad -

Vivíamos en el barrio sevillano del Porvenir, muy cerca de la parroquia de San Sebastián y nuestra hermandad y cofradía era “la de la Paz”, que se había dado en llamar así a la terminación de la guerra. Jesús, el bueno de Jesús, era llamado de la Victoria.  Eran tiempos en que una banda de cornetas y tambores, probablemente del cuartel  próximo a la iglesita, hacía sonar el himno nacional en la misa de doce desde el jardincillo que aún existe a los pies del templo, por la entrada de la nave central. Éramos muy niños, observábamos aquella solemnidad militar de la España una, grande y libre que se correspondía con las celebraciones religiosas.

El Domingo de Ramos desde temprano toda la zona era una algarabía de ir y venir terminando los últimos detalles porque a la una de la tarde se abría la puerta lateral de la parroquia y aparecía fiel a la cita ya habitual la cruz de guía de la hermandad. Mis hermanos y yo mismo habíamos salido de casa como fantasmas mañaneros, encapuchados, penitentes vestidos de blanco, túnica y capa y un cordón azul a la cintura para acompañar y aliviar el dolor de María de la  Paz, que iba escoltada como algo natural por dos guardias civiles. Las gentes vestidas con sus mejores ropas, aquella elegancia modesta de los años cincuenta. Vestimentas que hacían destacar la belleza de las muchachas sin mayores aderezos. Desde dentro del antifaz se veía el mundo a través de dos agujeros y todo era anónimo. Como “voyeurs” caminantes salíamos hasta la Borbolla, hacía el Parque de María Luisa. Puestos de turrones, el señor de la avellana “bien tostá” corría con su cesta esquivando municipales, a peseta el vagón. Piñonates, globos. Una señora con un mandil blanco y el pelo negro recogido en un moño pregonaba: “agua fresca, fresca el agua”. De principio a fin del cortejo dos bandas de música que, a veces, entremezclaban sus sones. Por entre un bosque de árboles frondosos pasábamos dejando a la derecha la Plaza de España, que lucía con sus aguas hasta formar una tercera torre, si bien efímera y tornadiza. Un olor a azahar embargante emanaba de los naranjos nevados de pétalos límpidos bajo un cielo azul que dejaba correr nubes blancas que a veces se detenían para ver pasar a Jesús de la Victoria y María de la Paz.

Esta Sevilla, que siempre fue diversa, distinta, para lo bueno y lo menos bueno, renacía cada primavera como si nada, que ni el otoño ni el invierno habían existido. Una explosión de olor, calor, pasión, sentimientos y deseos, se abría al buen tiempo y, lo que en la paganía fue trascendencia de dioses impuros, aquí se había convertido en una manera especialísima de conmemorar la cruz y vivir la primavera. Mientras, el Nazareno pasaba sufridor de la mayor de las soledades, no ser entendido por los ajenos y ser olvidado por los suyos. Las gentes en las callejuelas de junto a Plaza Nueva frecuentaban las bodeguitas o se sentaban en las terrazas y miraban el manto blanco de María de la Paz perderse por la calle Tetuán, llorando como iba, herida por la tremenda amargura de su hijo incomprendido y maltratado. A las seis de la tarde la cruz estaba en la Campana y por Sierpes se dirige a la Plaza de San Francisco. Los encapuchados empezábamos a notar la penitencia de este peculiar acompañamiento a un reo y a su madre. Desde el anonimato de nuestro antifaz, a través de sus dos pequeñas ventanas veíamos toda la sevillanía burguesa, de toda la vida, sentada en las sillas hasta llegar a la Catedral. En la Plaza de San Francisco las autoridades del tiempo. Gentes verticales sin disimulos ni aspavientos, claveles en la solapa. La clase “distinguida” y estirada habla sin descanso sin contenido, pero recatado verbo, en los palcos de la plaza que en otro tiempo vio quemar a gentes vivas víctimas de la Inquisición intransigente de las políticas de la Iglesia y el Estado. Mientras, el espíritu de Miguel de Cervantes, que inició la escritura de las andanzas de su señor Don Quijote pegadito a Sierpes, en Entrecárceles, observa con desasosiego todo aquello, pero sin una pizca de desánimo, porque más allá de toda confusión está la noble mirada de su amada Dulcinea, que es sencilla, del pueblo y trascendente, como María de la Paz que desaparece por la avenida que entonces se llamó de José Antonio.

- Publicidad -

 Hemos llegado a la Catedral y la cofradía itinerante que hasta aquí ha sido alegre, floreada, sonora y bulliciosa, paloma blanca mensajera de su paz, barroca y festiva se acerca ahora a la espiritualidad del gótico de los artesanos y gentes de taller. Silenciosa entra por la puerta de San Miguel que con la espada en alto anuncia a todos los navegantes: “¿Quién como Dios?”. Bajo las altísimas naves del templo que asombró al mundo, Jesús de la victoria y María de la Paz se quedan pequeños y toman así, toda su grandeza. Los costaleros, de alpargatas, asalariados, interpretan con el arrastrar de sus suelas de esparto una sinfonía que suena a pueblo y huele a campo, a braceros, a gentes curtidas en trabajos duros. Los costaleros se sienten los dueños de Jesús de la Victoria y María de la Paz. Gentes del pueblo poseedores, siquiera sea por un rato, del templo tercero de la cristiandad, protagonistas de la Pascua o paso del Señor, que ellos y sólo ellos llevan. Y para homenajear a tan alta dignidad el pueblo llano les espera en la plaza del Triunfo y los aclama con un grito que es solidaridad, resonancia estética de la responsabilidad, peso, compromiso cierto de llevar a Jesús de la Victoria y María de la Paz.

La última parte de la católica excursión consistía en un baño de luz de focos y colores pardos, encendidos los cirios, alrededor de la Plaza de España. Ya en el barrio, entre murmullos y saetas una nube de incienso guía el desfile de nazarenos fatigados por la larga travesía. La noche callada dejaba oír el martillo seco y seguro y el último “a ésta es”.

Más acá o más allá, no lo sé, de opiniones y teologías, Sevilla y Andalucía toda han encontrado su manera de ser diferente en estas celebraciones por encima del tiempo y las circunstancias.

 

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!